Cristian llegó de Colombia a La Plata en el 2013 para estudiar un máster en Economía Agroalimentaria pero no todo salió como pensaba.
Cuando estaba por terminar la carrera, empezó con algunos conflictos internos y externos con la Facultad de Ciencias Agrarias. “Yo quería aportar algo, cambiar la sociedad”, dice en diálogo con LAPLATA1.com. Pero sus objetivos no se correspondían con los de la carrera.
“Cuando estaba estudiando me di cuenta que por la estructura de la Facultad no se resuelven los problemas de la sociedad. Fue una desilusión y tuvo un conflicto. Los objetivos de la Facultad están separados de lo que yo buscaba”, cuenta.
Fue así que abandonó el posgrado. Solo le quedaba una materia y la tesis. Fue una decisión importante.
“Me vi reflejado en mis profesores y no quería eso para mí. No era la forma en que para mí se podía aportar algo diferente”, reflexiona.
En el medio, Cristian hizo de todo: fue heladero, repositor en un kiosco, repartidor de Glovo y hasta remisero.
En ese transcurso, se vinculó a una cooperativa a partir de un proyecto del INTA llamado Cambio Rural. “Empezamos a implementar la agroecología. Fueron muchas pruebas luego de visitar varias parcelas. Me convertí en un técnico agroecológico”, señala.
El desafío, según cuenta, es “cómo vender un producto sin agroquímicos”. “Era difícil entrar al mercado. Fueron muy importante las ferias en la Facultad o en las plazas. Pero hay algo que nosotros siempre remarcamos: que sea agroecológico, no tiene que ser sinónimo de que la verdura sea desprolija o tenga bichos. No puede haber excusas. Por eso les decimos a los productores que debían usar estrategias para mejorar la calidad”, subraya.
En el 2019, Cristian puso su propio local con mucho esfuerzo en Ringuelet. El primero de ese estilo en la ciudad. Y trata de sostener la filosofía del “Precio Justo”.
“Subimos el precios cada cuatro meses. Los precios deben regirse por el esfuerzo y la inversión del productor, no por la ley de oferta y demanda”, explica.
“Somos gente buena, con buenas prácticas, buenos precios y buenos productos. No podía ser que se complique tanto vender. Eso me daba mucha bronca” agrega.
Pero la inflación no es un potro fácil de domar: “Montar un sistema de precio justo en un sistema tan inflacionario es muy difícil. Por todos lados el sistema te presiona. Por ejemplo, el alquiler no se congela y el personal tiene necesidad de que suban los salarios. Esto se vio mucho el último año. Es complicado que te alcance la plata para todo”.