Adriana hizo un viaje muy especial en 1981. Un viaje histórico. Y hoy lo recuerda con suma emoción.
“Siempre fui muy curiosa con los idiomas. Empecé a estudiar alemán a los 16 años. Estaba en la escuela secundaria y una compañera estudiaba alemán. Su madre era de ese país. Ahí me contagió”, recuerda.
Se puso a estudiar y fue su gran pasión. En 1981 haría su primer viaje a ese país para perfeccionar sus estudios. Fue con un nivel intermedio. Tenía 21 años.
“Cuando llegué me comunicaba bien, pero cuando empecé con las clases fue un impacto. La primera semana no entendía nada de los profesores. No podía creer que me estuviera pasando eso. Pero duró cinco días. Después me fui acostumbrando. Al estar allá, lo aprendés más rápido al idioma”, explica.
A la distancia, Adriana también se da cuenta que vivenció un hecho histórico. Todavía existía el Muro de Berlín y la Guerra Fría. “Es difícil de creerlo”, dice. Y recuerda que en ese momento los alemanes creían que podía haber una guerra nuclear. Un escalamiento del enfrentamiento entre el bando capitalista y el bando comunista. 8 años después llegaría la unificación.
“Todavía existía el Marco alemán y por supuesto no estaba el Euro. Era muy diferente”, agrega Adriana.
“El último viaje que hice fue en el 2012 a Berlín. Es una ciudad hermosa. Hay de todo: tiene mucha vida. Es distinto a un pueblo chico donde cierra todo temprano. Es un lugar muy cosmopolita. Tengo en cabeza hacer otro viaje a Alemania en algún momento pero por los costos no es sencillo. Hoy no lo tengo como prioridad”, reconoce.
“Viajar te abre la cabeza. Todo el mundo debería poder viajar para darse cuenta que somos iguales. No importa de dónde venimos, todos tenemos aspiraciones, alegrías, miedos, tristezas. Te saca muchos prejuicios. Te das cuenta que la humanidad es una sola”, reflexiona.
Hoy Adriana da clases en La Plata de alemán. También trabajó en CABA para empresas alemanas. Toda una vida relacionada con el país europeo.
“Lo que más me gusta es la enseñanza. He tenido suerte porque siempre tuve trabajo dando clases. Hay que tener mucha creatividad porque a veces se te presenta gente que no tiene tanta facilidad. Es un desafío porque cada alumno es diferente. Y vienen por diferentes motivaciones. Algunos porque les gusta el idioma y otros por cuestiones laborales. Inclusive han venido porque se van a casar con un alemán o una alemana”, completa entre risas esta platense.
