Gabriela D'Amico es platense y una enamorada de los mares y los ríos. Su amor se consolidó a partir de desembarcar en la Licenciatura de Geografía donde se lució a pesar de que a mitad de camino incursionó en la docencia.
Tuvo un extraño récord: fue la última persona en recibirse de Doctora en Geografía de forma presencial antes de que empiece la pandemia.
En diálogo con LAPLATA1.com, cuenta los secretos para su brillante carrera universitaria y se entusiasma con que más chicos y chicas elijan el camino de la Geografía, todavía una carrera con poca afluencia de inscriptos a pesar de su popularidad en la Secundaria.
“Estudié en Nuestra Señora de La Merced, en La Loma, y en el último año me empecé a plantear que quería hacer. Tuve el privilegio de tener padres que me incentivaron a seguir una carrera y bancarme en lo económico”, dice Gabriela.

Le gustaba Biología, Economía, Geografía. Hizo un curso de orientación vocacional y le salió Turismo. Pero no la convencía. Allí advirtió que Geografía incluía todo lo que le gustaba. Una vecina le contó que Geografía tenía tanto una licenciatura como un profesorado. Escogió la primera. Era 2003. En el 2004 ya estaba en un nuevo mundo, totalmente diferente.
“Fue un shock grande porque yo venía de una escuela muy chiquita donde cada uno era tratado por su nombre. Y ahí te das cuenta lo que es la universidad: muchas personas, de un montón de lugares diferentes. En mi camada ingresamos 60 personas, y calculo que egresaron menos de 20”, recuerda.
“Estaba perdida con las clases teóricas, pero me gustaban las cursadas. Desde el principio me enganché. Los primeros tres años son materias generales y muy variadas”, señala. Así fue avanzando. Y a pasó firme. Siempre con buen promedio.
En el 2009 se anotó en el Profesorado porque empezó a tomar experiencia en colegios de nuestra ciudad. Un gran desafío. Ella tenía 23 años y se topaba con chicos que tenían solo 5 menos que ella.

“Al inicio yo tenía 23 años y no estaba muy lejos de la edad de mis alumnos. Eso fue gran desafío. Forjar mi identidad como docente. Tenía una preparación de la facultad, pero todavía no había concluido. Por lo tanto tuve que hacerme en la práctica. La docencia es mucho más que esas dos horas que estás al frente del aula. Tenés que atender necesidades sentimentales o familiares que pueden surgir de los chicos. El vínculo va más allá del conocimiento. Pasamos muchas horas juntos”, comenta.
En total trabajó en cinco colegios. Uno de ellos fue Nuestra Señora de la Merced, su terruño. En el 2017 dejó para abocarse a su beca doctoral. Allí siguió con su gran pasión: los espacios costeros.
En el 2012 concluyó la carrera de grado y, cómo se dijo, en el 2020 el Doctorado. Se sacó un 10.
“Sin el apoyo de mis padres, no hubiera terminado la carrera. Agradezco también haber hecho una carrera de grado y posgrado con beca. También fue importante el apoyo de mi pareja y mis amigos”, cuenta Gabriela.
Y concluye: “Mi hermano y yo somos los primeros egresados universitarios. Creo que da cuenta de cómo las generaciones anteriores hicieron un gran esfuerzo, y nuestra generación pudo elegir una carrera universitaria. Creo que es un esfuerzo colectivo. Por eso no tomo el reconocimiento que me hace la facultad como algo estrictamente individual”.





