La inflación se tomó un respiro en noviembre y cerró en 2,5%. Junto a agosto, los únicos dos meses del año con una inflación inferior al 3%.
En el presupuesto 2022 que fue rechazado por el Congreso, Martín Guzmán prometía bajar la inflación al 33% anual. Este año cerrará en torno al 50%. Un descenso muy significativo.
¿Se puede lograr? Guzmán se apoya en tres premisas que implicarían un proceso de desinflación:
1- Mejora fiscal: el déficit primario estimado se reduce a 1,7% en el 2022 tras cerrar en torno al 5,7% en el 2021. Ese déficit, además, será cubierto con un mayor endeudamiento en el mercado local y con acreedores oficiales. Dicho de otra manera: se recurrirá menos a la “maquinita” de imprimir billetes del Banco Central.
2- No suben los precios internacionales: Guzmán afirmó que buena parte de la inflación 2021 se debió a un crecimiento no calculado de los precios internacionales. Su proyección es que esos precios se estabilizarán o incluso caerán en el 2022, lo cual generaría menos presión en los precios locales.
3- Acuerdo de precios: El Ministro confirma lo anunciado por Roberto Feletti. Desde el 7 de enero sigue Precios Cuidados. Habrá canastas reguladas. Es la pata “heterodoxa” de su idea para bajar la inflación. También habrá monitoreo de las paritarias. Habrá que ver si existen “recomendaciones” del Gobierno sobre los porcentajes a negociar de cara al inicio del 2022. Guzmán cree que estos acuerdos no bajan la inflación de forma “estructural” pero sirven para disminuir las expectativas de inflación.
Desde la oposición creen que esto no alcanzará. Luciano Laspina, una de las espadas económicas del PRO, habla de “supuestos heroicos”. Sobre todo, pone en duda el punto 1. Entiende que esa meta fiscal será difícil de cumplir y mucho menos con un financiamiento no monetario tan grande.
Las consultoras y bancos tampoco proyectan una inflación que vaya en el sendero optimista de Guzmán. Según el Relevamiento de Expectativas de Mercado, la inflación será del 52% en el 2022 y del 42% en el 2023. En especial, observan un verano caliente de precios: consolidándose cercano a un 4% mensual hasta el mes de abril.
Hay otras cuatro dudas que serán determinantes: el acuerdo con el FMI, las tarifas, la tasa de interés y el dólar. Esas cuatro variables o ejes se entremezclan y también inclinarán la balanza para determinar el cierre inflacionario del 2022. En el Gobierno dan muy pocos (o casi nulos) detalles al respecto. Juegan al misterio.
La tasa de interés y el valor del dólar son cosas que interesan directamente al FMI. Con las tarifas el gobierno tendrá un margen superior. Allí, en todo caso, la pulseada es interna: cómo subir las tarifas sin traer el recuerdo de Mauricio Macri.
