Joaquín tiene 33 años y desde hace 10 está metido en el arte callejero payasesco. Este verano busca pisar fuerte en Parque Saavedra con un taller a la gorra muy particular.
Y es que también es interesante la historia de Joaquín y su visión sobre el arte callejero.
Hizo tres carreras universitarias, pero dejó todo. “No soporté mucho la institución, me gusta el aprendizaje empirico, lo que se puede ver y palpar”, cuenta a LAPLATA1.com.
Gracias al arte callejero viajó por Córdoba y Salta, y llegó también a Chile y Bolivia. Allí pisó fuerte con sus talleres.
Se lo toma muy en serio aunque parece una contradicción por tratarse de un payaso. Joaquín sabe que esta actividad no le dejará grandes dividendos económicos, pero es lo que ama: “Quizás no es todo lo que yo quiero, pero es lo que amo; tengo una hija y pago mi alquiler”.
“Los talleres de payasería, teatro de calle combativo social y popular, a la gorra y al aire libre, se dictan hace 7 años. Hacerlo a la gorra es una decisión filosófica y política para que todos puedan acceder. Los talleres siempre nos conectan con nuestras emociones y nuestro cuerpo. Nos despejan la cabeza y nos ayudan a encausar nuestras ideas. La propuesta es pasar de las ideas al escenario, y del escenario a la calle”, explica.
Y agrega: “Toda expresión de arte escénico es combativa siempre. La calle siempre es combativa y popular. Hay que lograr un lenguaje popular para perdurar en la calle. No debemos abandonar nuestras ideas abstractas y anarquistas. Los payasos son un combate a la apatía y permiten aceptar el fracaso y la derrota; entender que el éxito es efimero. Y buscamos también dar vuelta el sistema de jerarquía”.
Joaquín también explica que la pandemia trajo otro clima. Hay más temores, distaciamiento, apatía y enojo. Justamente su taller busca desterrar lentamente esas nociones. Dura 3 horas y iniciará de inmediato.
“El haber viajado con el taller a otros lugares lo enriqueció totalmente. Fuimos agregando cosas y sumando aspectos de otras idiosincracias”, completa.
