Martín Guzmán aterrizó como Ministro de Economía desde el mundo académico. Era prácticamente un desconocido. Hoy está en el centro de la escena política, tironeado por propios y extraños.
Desde el Frente de Todos empezaron a hacer públicas las diferencias que desde hace bastante tiempo mantenían con el economista platense por lo bajo. Primero lo hicieron algunos dirigentes más periféricos, como el caso de Amado Boudou. Luego estalló todo con el audio de Fernanda Vallejos, que exponía el pensamiento de un sector del Frente de Todos sobre el rumbo económico tomado por Guzmán entre fines del 2020 y principios del 2021.
Ese es el periodo que un sector del Frente de Todos no le perdona a Martín Guzmán. Entienden que sobreexageró la disciplina fiscal y que todavía no estaban dadas las condiciones sociales para retirar, por ejemplo, el IFE. De hecho, durante el 2021, el Gobierno amagó con un nuevo IFE pero nunca llegó. Lo dijo Vallejos en ese audio pero también lo manifestó Leopoldo Moreau durante la última semana: “Guzmán se encaprichó en no extender el IFE y bajó el gasto. ¿Qué pasó? Perdimos 5 millones de votos”.
Guzmán tiene argumentos para decir que eso no fue un capricho. Dos razones: en primer lugar, el ajuste fiscal de fines de 2020 y principios del 2021 tiene su origen en el crecimiento en el valor del dólar blue que despertó un terremoto político. El dólar parecía no tener freno y había pasado los 200 pesos. Cristina, incluso, escribió una larga carta. La carta donde hablaba de la economía bimonetaria. Allí Guzmán sacó el manual más ortodoxo y con un discurso de austeridad logró domar momentáneamente el alza del dólar.
Un segundo argumento a favor del “ajuste” de Guzmán: la economía ya estaba creciendo fuerte a principios del 2021 y se venía de un déficit fiscal histórico en el 2020 por la pandemia. No había tanto margen para una política que siguiera siendo expansiva.
De la carta de Máximo Kirchner y de las declaraciones de Moreau y otros dirigentes se desprende que las diferencias con Guzmán son conceptuales y también de procedimiento. Creen que el ministro “se corta solo”. Y, además, se corta solo con decisiones económicas que no comparten.
También es cierto que un sector importante del Frente de Todos valoró el acuerdo o entendimiento con el FMI y está dispuesto a apoyarlo. Tienen una mejor valoración de Guzmán. Pero así como Guzmán divide opiniones en el Frente de Todos, también lo hace en Juntos por el Cambio.
Patricia Bullrich fue bastante dura con él y lo tildó de “tortuga” por su lentitud a la hora de cerrar un acuerdo con el FMI. Sin embargo, en paralelo, un dirigente como Martín Tetaz defiende su rol en el Gobierno: cree que Guzmán es la “última barrera de racionalidad” del Poder Ejecutivo. Es lo que en realidad piensan muchos en Juntos por el Cambio: cualquier alternativa a Guzmán en Economía sería peor.
Aunque parezca extraño, en Juntos por el Cambio ven también a este acuerdo con el FMI como una oportunidad. La oportunidad de que el Frente de Todos se comprometa a cumplir con ciertas variables macroeconómicas. Prefieren que Guzmán sea vigilado por el FMI y no por un sector del Frente de Todos. Es una oportunidad para que el Gobierno se vea obligado a acomodar las cuentas públicas y no se acumulen inconsistencias de cara al 2023.
Quizás haya sido Domingo Cavallo el último Ministro de Economía que despertaba estos “amores” y “odios” tanto en el oficialismo como en la oposición, Luego, en general, los Ministros de Economía fueron “bancados” a capa y espada (al menos públicamente) por los dirigentes del oficialismo, y criticados por las distintas oposiciones. No había sorpresa. Era más líneal y previsible. El resbaladizo Guzmán ha logrado otra lógica: caer a veces mejor en la oposición que en el oficialismo.
