Luján es de La Plata, tiene 28 años y está enamorada del vidrio.
Ese amor comenzó hace 5 años cuando acudió al taller de su propia tía. Desde ese momento Luján y el vidrio son una misma cosa.
En diálogo con LAPLATA1.com, esta joven cuenta que su familia siempre le insistió para que acuda a ese taller. Y es que Luján tenía inclinación por lo artístico. “Era adolescente, y cuando sos adolescente estás en la tuya”, dice ahora.
Pero ante la reiterada insistencia de su papá, finalmente decidió ir. “Es mi tía, no podía perder nada”, comenta entre risas.
“Me enamoré del vidrio enseguida, me maravillé con todas las posibilidades que brinda y me propuse aprender todo lo que se pueda. Mi meta es realizar mis dibujos en vidrio y algún día poder exponerlos”, señala.
“Yo tenía la visión de los trabajos de vitrofusión de las ferias que por una necesidad se suelen hacer lo más fácil o rápido posible. Pero cuando llegué al taller me maravillé. Estaba muy entusiasmada”, recuerda.
No es fácil usar el vidrio. Algunos temen cortarse. A los pocos segundos de haber pisado el taller le dijo a su tía: “Yo quiero hacer lo que el resto de las alumnas no se animan a hacer. Voy por todo”.
Según explica, mucha gente no logra desplegar todas las capacidades artísticas que permite el vidrio por los cortes, por la fuerza que se necesita o el tiempo que lleva. Hay muchas señoras grandes y se les complica maniobrar sobre todo cuando son curvas.
El vidrio casi nunca lo compran. Lo reciclan desde la calle. “Voy por todo”, repite. “Hasta tener mis dibujos en vidrio; ese es el objetivo”, completa Luján, que hoy ya no es más alumna, sino la socia de su tía.
