El Teatro Coliseo Podestá es un ícono cultural de La Plata. Pero cuenta con una historia muy particular.
Su creador, José Podestá, escribió un libro llamado “Medio siglo de farándula” donde narra cómo fue ese particular momento.
“Pepe” Podestá nació en Montevideo y fue un actor integrante de la familia de artistas rioplatenses Podestá. Creó el legendario payaso Pepino el 88 y Juan Moreira, entre otros personajes. Se considera que los Hermanos Podestá marcan el nacimiento del circo criollo y se les atribuye la difusión del baile Pericón.
“Según mis padres yo era un hermoso pibe que llamaba la atención de todos”, cuenta “Pepe” en su libro.
“El afán de toda mi vida fue tener un teatro propio; todos los desvelos, mi trabajo y mis ahorros fueron esclavos de ese deseo”, agrega en el libro.
En 1987 se le presentó la oportunidad. Compró en remate público el “Politeama Olimpo” de La Plata en sociedad con sus hermanos.
“Después de algunos años, cansados mis hermanos de sostener el teatro sin ningún provecho y en trance de venderlo en pública subasta, resolví comprarles sus derechos, cargando yo con la hipoteca y demás gravámenes que pesaban sobre la propiedad, pagándoles una parte al contado y otra a plazos”, recuerda.
“La Plata, a pesar de su desarrollo progresivo, fue siempre una calamidad para el empresario teatral, pues para una temporada buena se registran cinco que eran un verdadero desastre”, expone Podestá sin ninguna concesión.
Las deudas y amortizaciones se fueron acumulando. El Banco le puso dos veces el teatro en remate. Parecía el adiós a su sueño.
Necesitaba 10 mil pesos: “Le propuse a un conocido empresario de circos un contrato por el cual, mediante esa cantidad, que él pagaría adelantado, yo me comprometía a trabajar por el término de un año, como artista de dramas o como payaso, para lo cual estaba dispuesto a volver a vestir el viejo traje de Pepino 88”.
El empresario, sin embargo, no aceptó. Finalmente, “Pepe”, desesperado, presentó una nota al directorio del Banco ofreciendo todo lo que podía dar: el importe del arrendamiento del local y una pequeña suma de dinero. “Mi propuesta fue aceptada y algo aliviado ya volví a la lucha con más energía y optimismo que nunca”, concluye en ese capítulo sobre su emprendimiento platense.
Cuando se estaba por “retirar”, un hecho lamentable le ocurrió a “Pepe”: la “jodita” de un amigo.
“Liquidadas las cuentas quedé con lo suficiente como para creer tener resuelto el problema diario y dedicarme tranquilamente a atender mi teatro en La Plata, alejado de las inquietudes de los negocios. Pero un préstamo de 50 mil pesos hecho por unos días, sin documentación alguna, a un íntimo amigo, del que nunca recuperé un solo peso… y otros pequeños negocios a los que me arrastró esa pérdida, redujeron en tal forma mi capital que pensé nuevamente en el teatro como medio de reconquistar lo perdido”, revela “Pepe”.
Hoy, su lucha y pasión se materializan en el emblemático lugar de calle 10.
