Belén es platense y tuvo una incursión de 14 meses como mochilera por Latinoamérica que le cambió completamente la vida.
En diálogo con LAPLATA1.com, esta joven habla de un encuentro “místico” y “revelador” con un chico uruguayo en Sucre, Bolivia. Ese día su vida cambiaría para siempre.
Pero empecemos desde cero: Belén es Licenciada en Psicología y ejerció 5 años. Podría decirse que esa era su “ex vida”.
“Todo empezó en el 2017. Renuncié a los trabajos que tenía y me fui de viaje de mochilera junto a otras personas. Lo planifiqué pero se concretó ese año. Me fui por Latinoamérica y, en Sucré, me topé con un chico uruguayo. Fue revelador, místico, un cambio en mi vida. Me enseñó a tejer Macramé y nunca más lo volví a ver”, recuerda.
Se lo encontró en una feria. Él le propuso incursionar en el Macremé. Le contó todos los secretos y pasaron juntos la tarde tejiendo. “No sé su nombre, sólo sé que me marcó en mi vida esa situación. Me enseñó a tejer el primer punto para hacer una pulserita, y me dijo que me pusiera a practicar. Me compré unos rollos de hilo, practicaba y tejía todos los días. Cuando tenía Wifi miraba tutoriales y me fui perfeccionando. Nunca más dejé de tejer”, dice Belén.
Lo increíble es que tras esa linda tarde, Belén volvió al día siguiente a la feria de artesanos pero no lo encontró. Ella debía seguir camino. Nunca más supo de él. Solo sabe que llevaba 20 años viviendo en Bolivia.
“Fue revelador porque me hizo topar con una experiencia nueva. Puede ser un poco flashero lo que voy a decir, pero es como que fue alguien que vino a marcarme algo a mí”, agrega.
El viaje de Belén como mochilera no fue algo menor. Se fue en marzo del 2017 y regresó a La Plata en julio del 2018. Perú fue el lugar donde más estuvo: 4 meses.
También pasó por Chile, Brasil, Paraguay y Ecuador, y algo menos en Colombia y Venezuela. Impresionante.
Cuando regresó a La Plata, su cabeza había cambiado. No volvió a ejercer la psicología. Desde ese momento solo teje. Es su emprendimiento. Y en homenaje al encuentro con el joven uruguayo en Bolivia, lo bautizó Sucremé.
“Cuando volví, no quise volver a ejercer la psicología. Me aboqué de lleno a emprender y perfeccionar mejor mi técnica. Es lo que más disfruto y ahora puedo manejar mis tiempos. El viaje fue una experiencia hermosa. Conocí gente de diferentes culturas y lugares hermosos. El Camino del Inca fue muy dificultoso pero de lo más lindo que hice en mi vida”, completa Belén.
