"La hago corta: ella está muerta y ya enterrada. Chau": la trama de mentiras y prostitución detrás del caso Johana Ramallo

Sociedad 26/07/2022 . Hora: 07:40
”La hago corta: ella está muerta y ya enterrada. Chau”: la trama de mentiras y prostitución detrás del caso Johana Ramallo

Quién asesinó a Johana Ramallo continúa siendo un misterio. Desapareció hace exactamente hace cinco años, un 26 de julio de 2017, cuando fue a trabajar a la zona roja de La Plata. 

Con 23 años, había entrado al mundo de la prostitución para subsistir. La droga se apoderó de ella en los últimos días de su vida. Parte de sus restos descuartizados aparecieron en una playa de Berisso.

STMLP

Lo que la Justicia determinó ahora, después de una investigación plagada de pistas falsas y falta de impulsos, es que su proxeneta, Carlos Omar “Cabezón” Rodríguez, no solo debía enfrentar acusaciones por su explotación sexual sino también por la de sus hijas, que caminaban las noches bajo su patrocinio. Lo que muestra el caso de Johana Ramallo es cómo la prostitución y el tráfico de drogas fueron el engranaje perfecto para que Johana desapareciera. Y para que, durante meses, nadie la buscara.

“Le sacaba plata a Johana. Es el un ocho cuarenta y sé que la inició en la droga a Johana”, dijo una de las testigos que declaró en la causa. La joven había sido pareja de Rodríguez durante dos meses. Pero en los últimos días Johana prácticamente no hablaba. Cuando la joven desapareció, “Cabezón” también decidió irse de la zona no sin antes buscar sembrar pistas falsas, sostuvo el fallo que lo procesó.

EPC COOL

El 27 de julio de 2017, Marta Ramallo se presentó en la comisaría 16ta. de Villa Ponsati. Su hija, de 23 años, se había ido la tarde anterior a las 17. Prometió volver a las 20, pero nunca llegó. La noche del 26 la vieron en la esquina de las calles 1 y 63, de la ciudad de La Plata, junto a una menor de 17 años que trabajaba en la zona roja. Las cámaras de seguridad así lo confirmaron.

CABA - DENGUE

La investigación judicial es una muestra de cómo el expediente pasó de mano en mano sin que nada avanzara. Es más: casi tres meses después de la desaparición, el Ministerio de Seguridad provincial emitió un primer despacho de “búsqueda de personas” con los datos de Johana. El problema era que la imagen que mostraba no tenía nada que ver con su imagen al momento de desaparecer. La foto la mostraba con 16 años.

Johana creció en un hogar pobre. De chica pedía monedas en el centro de La Plata. Así conoció en 2009 al hombre que después sería el padre de su hija. Había sido beneficiara de la “Asignación Universal por Hijo” (AUH) y participaba del Programa “Ellas Hacen”. Pero la crisis económica cortó esos planes durante el macrismo. Eso, dice Ramos Padilla, “habría sido un condicionante importante para potenciar su ingreso en la ‘zona roja’ platense”. Llega a esa conclusión a raíz de diálogos que tenía Johana con personas a través de Facebook y las dificultades que encontró al intentar alquilar un departamento para irse a vivir con su hija. Fue en ese momento que empezó a prostituirse.

Es claro que Johana padecía de un consumo problemático de drogas. Entró en un espiral de adicción que “constituyó el motivo principal por el que continuó ejerciendo la prostitución, toda vez que el ingreso que obtenía por esa actividad era principalmente destinado a la compra de sustancias para su propio consumo”, entendió la Justicia.

Había estado dos veces internada con una intoxicación aguda de cocaína. Las dos veces se escapó antes de que le dieran el alta. La última vez fue en la mañana en que desapareció: la habían ingresado inconsciente después de una mezcla de alcohol, cocaína y clonazepam. Se descompensó estando con un “cliente regular” en una de las habitaciones del hotel “La Clave”.

En la causa hubo múltiples pistas falsas. Desde testigos que dijeron que la habían llevado a un sótano de la cárcel de Melchor Romero donde se encontraban alojados enfermos psiquiátricos -algo que no existe- hasta que había sido secuestrada por una organización de penitenciarios que sacaban a presas de la cárcel durante la noche para prostituirlas. Una mujer le habló por Facebook a su madre para decirle: “La hago corta. Johana está muerta ya y enterrada. Chau”.

Incluso se aseguró que Johana estaba enterrada en la casa del “Cabezón”, que desde una ventana vieron cómo dos sujetos la metían por la fuerza en una camioneta o que la había mandado a matar una menor por “problemas de prostitución”. “Yo le dije a Johana que no la quería en esa esquina, no me hizo caso, les mandé a unos tipos y ahora está muerta”, decían que había dicho la joven en un almacén de la zona. Todas las diligencias para avanzar en esas pistas resultaron negativas.

El 24 de agosto de 2018, las peores sospechas sobre el destino de Johana comenzaron a verificarse. Un pie de mujer apareció en la localidad de Berisso. Tres meses después, una mano. Los análisis de ADN indicaron que se trataba de Johana.

Todos los testimonios recolectados en la causa recrearon el mundo en el que desapareció Johana Ramallo, el interior de la “zona roja” de La Plata. A Johana la llevó a trabajar allí una menor de edad a fines de 2016. “Las chicas que van ahí siempre son conocidas o alguien las lleva ¿viste? Que conocen a alguien, porque si no, no pueden estar ahí; siempre hay problemas. Si alguien llega de la mano de otra de las habituales se salva de que otras las vayan a patotear o las echen de la esquina”, explicó una de las testigos. No fue fácil reconstruir lo que pasaba allí: costó que sus protagonistas aceptaran declarar en estrados judiciales.

TWITCH CADENA COOL
Dejar un Comentario