El Concejo Deliberante de La Plata no para de reunir quejas en base a la poca preespecialidad que tienen sus “trabajadores” elegidos por el pueblo, que por el pueblo hacen poco y nada.
Con sesiones cada quince días y vacaciones de tres semanas de por medio, parecen hacer oídos sordos a los reclamos de los vecinos y vecinas La Plata, que confiaron en ellos y ellas para que trabajen en pos de una ciudad mejor.
El hecho de sesionar cada dos semanas, ha convertido al Concejo en un lugar maratónico, donde las jornadas arrancan pasado el mediodía, pese a la gran cantidad de homenajes que realizan, haciendo aún más lento el inicio, y muchas veces terminan en horas de la noche.
Por su parte, la ciudadanía no puede ingresar libremente, ni tiene acceso a ver qué se decide cada quince días, ya que queda cerrado únicamente para concejales y concejalas, prensa y autoridades del municipio.
Un verdadero caldo de funcionarios que no funcionan, de políticos a quienes el pueblo ha elegido para sentirse representado y que sesionen en forma de respuesta a los constantes problemas que padecen los platenses, que hasta ahora sólo trabajan cada dos semanas, a escondidas de quienes deberían responder.
