La Casa Ecológica se encuentra ubicada en Calle Cuccuolo, en el bosque de la ciudad. En ella se desarrollan diversas actividades correspondientes a las gestiones municipales. Sin embargo, algo raro sucedió por el 2019. Según María Ester Palacios, encargada de la seguridad de la casa, nunca había pasado hasta ese momento.
Esa tarde tenía la particularidad de que, al ser verano, tenía un clima caluroso por más que fueran alrededor de las siete de la tarde. Ester, había ingresado en su horario habitual y, su compañero Jorge, estaba también con ella. El resto de los empleados se había retirado porque habían terminado su jornada laboral.
En diálogo con LAPLATA1.com nos relató el suceso: “Estábamos en el escritorio charlando con mi compañero, estaba todo cerrado ya que cuando el compañero de las 18 se retiró trabamos con llave, cuando se me da por levantar la vista hacia arriba y había parado un hombre”. En ese momento, ella relata que mira a su compañero como buscando afirmar de que alguien estaba ahí “¿Por dónde entró? Le pregunté al señor que se encontraba ahí.”
Su compañero Jorge se caracteriza por ser una persona activa, de intervenir en situaciones que son necesarias, y ese día según como lo describe ella estaba tranquilo y paralizado.
“Esa persona camina por delante de Jorge y se para en la punta del escritorio y me señala diciendo que yo estaba hablando de un guiso de arroz. Yo seguía mirando su barba y sus pies, tenía puestas unas franciscanas. Este hombre se dirige a la puerta y mi compañero le abre la traba. Él sale, yo me levanto y lo miro a Jorge consultando por donde entró. Nos fijamos y ya no estaba, había desaparecido.” Se miraron helados pero entendían lo que había pasado, los dos habían vivido lo mismo. “Mi compañero sintió lo mismo que yo pero no pudo reaccionar” agregó.
Para terminar ella nos contó “en ese momento mi compañero me dijo que estaba suspendido en el aire, no sentí su presencia cuando pasó por detrás. Es por eso que ninguno reaccionó. Es el día de hoy que no sabemos qué fue eso.”
A partir de ese momento, muchos empleados han escuchado ruidos y se les han abierto puertas solas, pero ninguno tuvo una vivencia parecida a la de Ester y Jorge.
