Mateo tiene 24 años, es peluquero pero desde hace dos años descubrió una nueva pasión que arrancó como un “juego”.
“Hice el curso, pero nunca se me dio por poner un local. Cortaba el pelo desde mi casa. Hace dos años tenía un auto, lo vendí y me encapriché con una Saveiro 1.9. Me cambió la vida”, dice el joven a LAPLATA1.com.
Ahora la usa para hacer fletes y minifletes aprovechando su caja. Se volvió un verdadero obsesionado del laburo. “Me mandé solo, me tiré a la pileta. Empezó como un juego y hoy vivo de eso. Alquilo una casa y puedo bancar el día a día aunque obviamente cuesta un montón”, dice Mateo.
Crece a partir del boca en boca pero no todo es sencillo: “Me metí por 18 mil barrios, conocí mucha gente, muchos lugares que no sabía que existían. Pero también hay mucha gente que piensa que uno tiene que cargar las heladeras, cosas pesadas, y la verdad es que nosotros solo trasladamos”.
Aprendió esto a los golpes. En una de sus primeras mudanzas, una señora se aprovechó de su servicio: “Una señora se mudaba a una casa en Gambier, me hizo entrar a la vivienda y hasta le tuve que meter los cubiertos en una caja. Claramente el flete no está para eso. Pero en los primeros laburos lo hice. Hoy estoy con más cancha y ya pregunto cómo es la mudanza, si necesita ayudantes, cómo es la propiedad”.
“La gente es muy explotadora, no quiere pagar. Sino cargalo vos en tu hombro. La gente es muy rata, le cuesta bajar el billete”, agrega Mateo que muchas veces sale a trabajar con su perro.
“Siempre ponemos la cara buena, esperando a que suene el teléfono. Yo quiero estar todas las tardes ocupado, quiero laburar. Soy pibe, quiero trabajar, quiero formar algo para el día de mañana”, explica.
En ese marco, asegura que muchos chicos de su edad están en “cualquiera” y reconoce que él mismo hizo un quiebre recientemente: “Yo también me colgué, salía a la fiesta electrónica un jueves y volvía el lunes, pero crecimos y ahora me levanto todas las mañanas pensando en laburar”.
Por último, recuerda lo duro que fue la pandemia. En ese momento, aún seguía trabajando como peluquero: “En la pandemia la pasé como el reverendo orto. No podía abrir por el tema del Coronavirus. Me bancó mi vieja con los gastos. Pero ahora sí puedo alquilar. Siempre logré rebuscármela”.
