Hace poco un usuario de la red social Twitter compartió una foto muy particular y desató el recuerdo en varios platenses que se cruzaron con el protagonista de la imagen. En ella se puede ver a un muñeco con cara de enojado, una mano levantada y de una estatura similar a la de un "duende". Él, es Federico el muñeco que se alojó en vidrieras del centro de la ciudad de La Plata causando pesadillas en más de un platense.
Federico llegó a su casa en 1961 como una herencia, una donación, de su primer dueño. Quien lo mantuvo junto a él en el mítico café "El Buen Vasco" hasta que cerró y vendió el lugar a los dueños de la Casa del Pijama.
Su cara un poco siniestra, sus ojos grandes y celestes, más su brazado alzado causaban el terror en los niños que pasaban por su vereda. Así lo narró Emilia a LAPLATA1.com, una mujer de 60 años que en sus días escolares tenía que pasar frente a "esa vidriera": "Recuerdo que cuando salía o tenía que pasar por ahí me cruzaba de vereda porque si lo veía, a la noche seguro soñaba con ese muñeco". Mientras lo recuerda todavía siente escalofríos, al igual que otros platenses que compartieron su experiencia con Federico al encontrar su foto:
"Me encanta que ese muñeco está en el centro desde que mi mamá es chica. Es una maldición. Lo amo, es nuestro slappy de escalofríos criado a base de pollajerias e imperialitos", sostuvo el usuario @MarcialCambi.
El usuario @ernestomaillo compartió más información sobre la historia detrás de Federico: “Enano mufa si los hay. Hay una historia detrás de ese muñeco. Creo que lo trajeron en la post guerra de algún país europeo. Ya no mueve el dedo”.
Fuentes consultadas por este medio aseguran que Federico fue traído desde Alemania durante los años '20 pero no aseguraron en qué contexto se encontraba al momento de su partida del país de la cerveza caliente. Pero lo que sí podemos confirmar es que Federico; ese muñeco no tan grande, de papel maché, que movía sus ojos y mantenía su brazo alzado señalando a cualquier persona que pasara frente a su vidriera, de calle 47 entre 8 y 9, causó el susto de muchas generaciones platenses. Hasta que su perciana se bajo.