Camila tiene 28, es de La Plata y desde el 2016 se dedica al mundo del body piercing.
En diálogo con LAPLATA1.com, la joven cuenta los secretos de este particular trabajo.
“Me contrataron en la galería San Martín, realicé seminarios con muy buenos profesionales del rubro y trabajé 4 años como encargada hasta llegar el Covid”, recuerda.
Siempre quiso tener su propio lugar pero no se animaba. Paradójicamente todo lo sucedido con el Coronavirus la llevó a perder esos miedos a emprender. Y se largó por cuenta propia. Arrancó en Ringuelet y hoy lo hace cerca de Plaza Italia.
“Estoy súper feliz por la energía que manejamos y el público que atraemos es hermoso”, agrega. Y rápidamente se pone a contar los secretos de una actividad que divide aguas.
Camila explica que no todos pueden hacerse un piercing: “Depende mucho de la anatomía de cada cuerpo. Puede haber orejas que no cumplan los requisitos para ciertas perforaciones”.
Y un problema cada vez más persistente: la gente quiere hacerse perforaciones o tatuajes que ve por internet. Camila marca que incluso algunos son photoshopeados.
“Suele pasar que ven algo y quieren lo mismo, y casi siempre Internet vende patrañas. Patrañas porque algunos de esos piercings que muestran no se pueden realizar porque serían mala praxis”, dice.
Algunos se arrepienten. “Les da mucha ansiedad y se van”, admite. Aunque solamente fueron dos casos hasta ahora. La mayoría llega y se decide. Nada de marcha atrás.
“La relación con los clientes siempre es con la mejor energía, como si fuéramos amigos de toda la vida. Las personas necesitan tranquilidad y sentirse seguras. Es un procedimiento rápido pero con un mini dolor. Por eso la conexión cliente/piercer siempre va a ser importante. Es parte de la experiencia”, completa Camila.
