Emmita Eyrea, es todo terreno. Es de esas mujeres que vale la pena escuchar por horas. No solo por su vibra positiva sino por todo lo que hace en su vida diaria.
“Estudie licenciatura en matemáticas en la UNLP, luego hice la parte del profesorado. Mientras estaba en la licenciatura conocí el mundo científico, me entere que uno podía ser investigador, que existía el organismo del CONICET. A su vez me sume a la carrera de doctorado, que está más orientada a la investigación”, comenzó relatando.
“Actualmente trabajo con cosas que tiene que ver con los robotvipedos, con drones, sus movimientos, ver qué ocurre. En este momento el director con el que laburo está en España, y el grupo de investigación más grande con el que trabajo está en La Plata”.
También menciona una pasión que la lleva desde los 7 años: “Paralelo a esto tengo toda una carrera de karate bajo la manga. Toda la vida lo hice, me apasiona. Lo entiendo como un estilo de vida. Actualmente soy tercer dan, es decir, tercer cinturón negro. Cuando organizo los horarios del año, los horarios del laburo están en función de poder entrenar sí o sí”.
“La gente me dice sos becaria doctoral del CONICET, das clases en la UNLP, una hija, y siempre me preguntan cómo hago para entrenar. Pero es cuestión de organización y tener ganas, aunque madrugue a las 6 de la mañana y vuelva a casa a las 23”, expresó.
“Viajé y representé al país, con el grupo de karate en eventos internacionales. El mayor viaje que hice, que fue el sueño de mi vida, que fue en 2016, cuando viaje representando al país, a Japón, Okinawa. Es un evento que se hace cada cuatro años, al igual que el Mundial de Fútbol”.
Pero no todo termina ahí: “Hace unos años arranque con ´twerk´. Ahí me decían ´Sos doctora en matemática, haces karate y encima moves el culo´, mucha formación para las personas, ja, ja. Pero como este año no me coincidían los horarios para seguir twerkeando, arranque con el baile del caño”.
Y enfatizó: “Eso de que la gente pone estereotipos, como que los científicos son locos, con anteojos y pelos volados y antisociales que no hacen nada, bueno yo soy todo lo contrario”.
“Separar a la profe de matemáticas con las demás actividades me es fácil. Cuando doy clases tengo una postura, soy racional, más centrada y con cara de ´poker´. Pero cuando entrenó, soy yo, en mente, cuerpo y espíritu”.
Además aseguró: “Jamás oculte lo que hago, mis alumnos conocen mis demás actividades y eso ayuda a que no se genere una contradicción, sobre que me vean como menos seria”.
“No me molesta que los que reciben mi enseñanza sepan lo que hago porque considero que no sería menos profesional. No me debe hacer perder el respeto ni nada, es un deporte, una disciplina más que le agrego a mi vida”.
Por último puntualizó donde enfoca sus objetivos: “Mi futuro esta con las investigaciones. Apliqué a una beca en España. La docencia es más una pasión, porque me gusta dar clases. Con karate voy a seguir toda la vida, voy a entrenar hasta que el cuerpo no me dé más. Ahora que la tengo a mi hija Jazmín entrenando la voy apoyar y seguir hasta donde ella quiera”.
