Florencia tiene 31 años, es de Berisso, pero rompe fronteras. María Becerra, por ejemplo, confía plenamente en ella.
La joven protagonista de esta historia habla con LAPLATA1.com. La rompe con sus tortas de diseño.
“Siempre tuve interés por la gastronomía. Mi abuela hacia cursos pero a ella mucho no le copaba que la ayudemos”, recuerda entre risas.
Cuando terminó la Secundaría, arrancaron los problemas. No tenía muy decidido qué seguir, qué estudiar. Fue para el lado de Diseño en Comunicación Visual. Hizo dos años y se dio cuenta de que ese no era su camino. Tampoco sabía cómo dejar y empezaron los ataques de pánico.
Florencia abrazó la Gastronomía como cable a tierra y de a poquito salió adelante. Empezó a estudiar Gastronomía y a vender. Una prueba de fuego fue cuando quería juntar unos pesos para ir de vacaciones con su novio.
“Me quería ir de vacaciones con mi novio, entonces me propuse hacer desayunos para juntar unos pesos. La idea era hacer 4 o 5, pero terminé haciendo como 30. Fue un desastre, todo sobre la marcha, un descontrol, pero me dejó muchas enseñanzas. Uno va corrigiendo errores”, cuenta.
Su éxito laboral tuvo un costado no imaginado: el renovado estrés por la sobrecarga en el trabajo le trajeron otra vez los ataques de pánico. “Fueron ataques recargados”, dice Florencia.
En el medio había tenido una linda experiencia: fue pasante en Frawers. Allí conoció a Fabio, su jefe, que tenía su misma edad. “Aprendí de él el trabajo, la constancia, la exigencia, la responsabilidad. Fabio es un grande y aprendí mucho. Me había encantado esa experiencia. Me quedaba más tiempo de lo que debía. Lo disfruté muchísimo, quedé maravillada”, recuerda.
En ese sentido, destaca la gran diferencia que significa trabajar de forma independiente que trabajar bajo relación de dependencia. El cliente, de todas formas, no se negocia para Florencia.
“Murieron mis abuelos y seguí con entregas, mi novio tuvo un ACV y seguí con las entregas. Fue muy difícil: mi novio se estaba muriendo y no podía dejar la responsabilidad con mis clientes. Por suerte hubo colegas que me ayudaron y se puso terminar todo”, dice entre algunas lágrimas recordando ese durísimo y desconcertante momento.
“Tengo clientas de hace mucho tiempo que respetan y valoran mi trabajo. Una torta de diseño es un lujo y yo lo valoro, que alguien me escriba me emociona. Hace poquito María Becerra me hizo un pedido. Yo ya había trabajado con ella y que vuelva a pensar en mí para regalarle una torta a su sobrina, significa que estoy en el camino correcto”, completa Florencia. Una grande.
