Cientos son las historias que recorren las distintas calles de la ciudad de La Plata. Cada platense tiene una para contar. De cada localidad y de cada barrio.
Muchas de estas anécdotas son contadas en los grupos de Facebook, donde los protagonistas cuentan lo vivido y cientos de vecinos y vecinas comentan con sus recuerdos.
En esta oportunidad, Alberto Fonticelli, publicó una historia que generó bastante repercusión. “Era el lugar donde Papá Noel guardaba los regalos”, escribió el vecino.
Pero… ¿Papá Noel guardaba los regalos en La Plata y no lo sabíamos?
“La caminera. Antes que se construyera el distribuidor Benoit y atrás del Servente. Yo vivía en los monoblocks a dos cuadras de allí. En frente había una casilla de ladrillos que no sé qué sería pero para nosotros era el lugar donde Papá Noel guardaba los regalaos. Vaya a saber por qué decíamos esto como si fuera la verdad revelada ay nadie lo discutía. Linda infancia”, expresaba en la publicación de Facebook que rápidamente se llenó de cientos de me gustas y comentarios.
LAPLATA1.com se comunicó con el autor de esta historia para saber cómo nació esa anécdota. Además reveló el ‘plan’ que crearon junto a sus amigos para robarle los juguetes a Papá Noel
“Teníamos un grupo de esos típicos barrios lindos en 525 entre Camino Belgrano y 13, en los monoblocks, éramos un grupo bastante numerosos de chicos en los años 60 o 70”, comenzaba el relato Alberto.
“Éramos chicos del barrio, futboleros, teníamos una canchita espectacular, en la zona teníamos esa y se jugaba los partidos inter barriles. Cuando éramos chiquitos siempre pasábamos por el cruce y veíamos esa construcción de ladrillos. Hasta que el papa de uno de los chicos que dijo alguna vez que en ese lugar era donde Papa Noel guardaba los juguetes. Nadie discutió. No había nada raro, no había nada que discutir. Era la verdad”.
Y ahora viene el momento donde comenzaron a idear un plan para ‘robar la casa de Papá Noel’: “A medida que crecíamos íbamos planeando un asalto, porque si guardaba todos los juguetes ahí, tenía que estar el mío y el de todos los demás. Todo lo que deseábamos estaba ahí adentro".
El plan era perfecto, pero había un pequeño problema, los padres no le dejaban cruzar la calle que separaba el barrio de la casa de Papá Noel. Pero lejos de quedarse de brazos cruzados pensaron una solución: la hora de la siesta.
“Un día organizamos en el horario de la siesta, que quera el único momento en el que nos podíamos escapar de la casa porque nuestros viejos dormían la siesta. Nos fuimos a hacer una excursión a la casa de Papá Noel, donde guardaba los juguetes”, expresaba uno de los integrantes de esta banda.
Dicho y hecho, así fue el plan: “Nos encontramos un día de calor. Fuimos para allá y cruzamos la calle con miedo y cuando llegamos recuerdo que nos daba escalofríos. Empezamos a ver un ventaluz que estaba arriba y queríamos llegar para poder ver. Intentamos a caballito, haciendo una pirámide. Como no pudimos llegar organizamos para otro día".
“Al segundo día llevamos unos cajones y los apilamos no arriba del otro. El más chiquito de todos se trepó en los hombros del más grandote y nosotros envidiamos al chiquito que era ‘toto’ porque había subido para ver ese tesoro”, continúa la historia.
Y el final va llegando: “Cuando sube se queda mirando y le pedíamos que contara y no nos decía nada. Cuando bajó le preguntamos y dijo ‘no se ve nada está todo oscuro’ y se frustro el intento de ver si había o no había juguetes”.
De esta manera finaliza una de las tantas historias que recorren las calles de la ciudad de La Plata y que, cada vez que se cuenta, le saca una sonrisa pícara a los protagonistas.
