Cuando Camila entró a la casa, se pegó enseguida a Marcos y a Alfa, dos de los participantes que tienen más peso en el afuera. Pero con el correr de los días, empezó a decir que con el salteño, quería tener 'algo más que una amistad'.
Ella buscó llegar a él de mil maneras, incluso confesó sus sentimientos a las chicas para que le dieran una mano. Romina, al final, le terminó contando todo a Marcos que desde ese día, no puede disimular su incomodidad.
Como el salteño es tímido y muy respetuoso del otro, busca despegarse sutilmente de su compañera y las situaciones incómodas en las que ella lo pone cuando se le acerca, lo abraza, lo toca o se le pega en el cuarto.
Siempre con amabilidad, busca marca distancia para evitar malos entendidos.
Pero esta semana, Camila lo encaró en el patio, y le propuso un juego: decirse cara a cara lo que piensa el uno del otro, quizás con la intención de terminar confesando sus sentimientos. Sin embargo, las cosas resultaron diferentes.
Ella le dijo: "Yo siento que sos re buena persona... nunca te vi hablar mal de alguien, pensás siempre en el otro... siento igual que tenés un montón de cosas que no sacaste, que sos una caja de sorpresas y que hay un montón de Marcos por conocer".
Él, por su parte, intentó librarse del momento con una broma pero no pudo y al final, respondió: "Al principio, cuando entraste, pensé que ibas a ser quilombera en el mal sentido pero cuando viniste al cuarto, ofreciste ayuda y demás, sentí que eras transparente, que no tenías problema en decir lo que pensabas".
"Me gusta eso de decir lo que sentís sin pensar si vas a quedar bien o mal por eso. También cuando me contaste lo de tu papá, cómo ayudaste a tu familia... me pareciste una guerrera". Y ahí sin más, le dio la mano y se fue dando por terminada la charla en la que Camila se quedó con ganas de más.
