Franco es un joven platense que quiere convertirse junto a su novia, Ana Paula, en el “rey de las uvas”. Son polifuncionales: Franco, por ejemplo, trabajó en una gomería, en una empresa de viajes y también en una fábrica de paletas de frontón. Ella lo hace ahora en un hogar de menores.
En diálogo con LAPLATA1.com, este tolosano cuenta cómo surgió el amor por las uvas.
“Alquilamos una casa y había una parra bastante abandonada. A nosotros nos gusta el tema de las plantas y darle amor al lugar que habitamos, entonces empezamos a darle cariño y nos dio fruto”, recuerda.
Allí fue que Franco vio que una chica vendía por redes sociales uvas, y supo que podría ser también una entrada de dinero. De todas formas, aclara, lo hace a un precio muy accesible. “Sabemos cómo están las cosas”, explica.
“La parra estaba muy seca. La persona que vivía aquí no cuidaba mucho el espacio. Tuvimos que atarlas, y armar una estructura para que se sostengan porque la parra se estira mucho y le tenés que cruzar alambres para que se haga como un techo”, describe. Todos los días deben regarle y también la protegen de las arañas, algo que atraen de manera natural.
Hoy Franco se “divide” en varias personas. Su vida son las uvas pero también la construcción. Trabaja en una empresa del sector. Toda su familia está relacionada al rubro: tiene parientes ingenieros, maestros mayor de obras, y su papá fue albañil toda la vida.
Pero, por si fuera poco, estudia Comunicación Social en la UNLP. Está en tercer año. “Nunca imaginé estudiar algo”, confiesa.
Terminó el Secundario con el FINES y quedó fascinado por la forma de pensar la vida de sus profesores. Ellos estudiaban Comunicación Social. No lo dudó: hizo el curso de ingreso y se enganchó.
“Con la pandemia y lo virtual pude avanzar bastante en la carrera. En ese sentido me vino genial. La pandemia fue un gran encontronazo conmigo mismo: me puse a hacer ejercicios, cosas que habitualmente no hacía o las tenía procrastinando”, cierra Franco.
