Guillermo Tartaglia cambió su vida para siempre y se convirtió en el primer monje busdista de City Bell. En diálogo con LAPLATA1.com nos contó su travesía hacia Chile.
Trabajó en comercialización y marketing para algunas empresas, pero siempre tuvo una búsqueda. Cuando era chico se portaba mal, y el Padre Blas lo mandaba a rezar, pero allí encontraba algo que no podía describir. "Para mí era un momento fantástico, inconcientemente me portaba mal para poder tener ese encuentro espiritual", recuerda Guillermo.
En el año 2010 se encontró con el Budismo, y esa búsqueda convenció al vecino de City Bell que tenía algo para hacer: ser monje. "Lo postergué varias veces", comenta Guille.
La práctica budista es el "Dharma", el objetivo es transmtir un mensaje por la paz mundial a través de la paz interior, y poder ser un agente multiplicador de la paz.
Es padre y abuelo, le gusta leer y cocinar, y caminar mucho -que en sus pelegrinaciones es muy importante-, tambien nos comentó que no mira televisión ni escucha radio: "Desde el 2005 decidí apagar la televisión".
Ahora hablando de su travesía por Chile, este nos advirte antes de comenzar a enumerar las situaciones en las que se veenvuelta la vida d eun monje budista "Este viaje no es un viaje de placer, y no es una aventura personal, es una misión que tiene como objevico la paz mundial mediantela paz individual".
Ahora sí: el viaje comenzó desde Villa Elisa, pero él quería salir desde su ciudad natal City Bell. Arrancó el viaje y la primera parada fue en Ciudad Evita, allí un amigo le pidió que se quede y tenía un regalo para él: zapatillas.
De Ciudad Evita emprendió hacia Mendoza capital, el pasaje de ese trayecto lo pagó su hijo Nicolás. "El primer contacto que establecí fue con un joven, le pregunté como hacía para llegar a Uspallata, me preguntó y le dije que era un monje, y me dijo “tome”, y me dio mil pesos”, recuerda Guille.
Una vez en la frontera chilena, tuvo que recurrir a pedir ayuda para poder llegar a la termina de omnibus, en la busqueda dió una nota radial donde le dieron sus primeros 5 mil pesos chilenos y con eso siguió viaje.
“Nosotros hacemos una práctica de limosna que se llama takuhatsu, se hace en Asia e India, consiste en pararse en un lugar con un cuenco y la gente te deja ofrendas”, nos cuenta. En el medio tuvo frío, visitó y fue voluntario en los incendios que azotaban esa zona de Chile, pero siempre siguió en viaje.
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“Llegué a la aduana chilena, y me dijeron que no se podía pasar caminando, había hecho una fila de 4 horas”. Una pareja lo llevó hasta Bariloche, como ya era tarde no pudo hacer la práctica para recaudar algo de dinero o para comer, y tuvo que pasar la noche en la terminal.
Esto nos contaba desde Bariloche, aun no terminó su viaje. Seguimos averiguando y nos comenta algo que deberíamos saber sobre su vida: “No tengo una institución que me respalde, es una orden muy pequeña. Es una orden no monástica, nosotros no somos célibes, podemos tener parejas. Pero tenemos que trabajar para vivir y subsistir”.
Al no tener un respaldo económico como la iglesia Católica, el depende mucho de lo que la gente dona, y para ello el debe establecer un mensaje donde se genere empatía por su misión, y como hemos leido hasta acá, ha podido lograrlo en innumerables veces.
Su proxima travesía es en la provincia más al sur de Argentina: Tierra del Fuego. Le pidieron que lleve su mensaje de paz hacia la ciudad de Río Grande. Pronto sabremos más.
