Sorpresivamente, la semana pasada se conoció un aumento bastante importante del déficit fiscal en enero. Sorprende porque el Ministerio de Economía venía llevando un proceso muy disciplinado para bajar el gasto público en términos reales (que el gasto público crezca por debajo de la inflación).
En diciembre, por caso, el gasto público había crecido solo el 55% interanual, 40 puntos por debajo de la inflación. Esta vez, en enero, el incremento fue del 111%. Es decir, ya por encima de la inflación.
Por el lado de la recaudación, no hubo movimientos bruscos. Tanto en diciembre como enero, los ingresos fueron de un 92%, apenas por debajo de la inflación. Con lo cual, claramente, las explicaciones del agujero fiscal deben analizarse por el lado del gasto público.
Un dato que salta a la vista desglosando el "excel" de enero (técnicamente hablando: Cuenta-Ahorro-Financiamiento Base Caja): todos los items del gasto subieron por arriba de la inflación.
Las prestaciones sociales, el rubro más pesado, lo hizo en un 106%. Allí no pesaron tanto las jubilaciones (90%), sino el item de "otros programas sociales" que escaló más de un 400%. Aquí seguramente impacta el primer bono para beneficiarios del Potenciar Trabajo que se abonó en enero y toda la política de "refuerzos" que se implementó en el mes previo pero que se computó en el siguiente mes.
Pero también los "subsidios económicos", relacionados a las tarifas de servicios públicos, tuvieron un fuerte salto: 133%. En diciembre, el mismo rubro había caido un 28%. La diferencia de comportamiento es abismal.
Los salarios del sector público nacional no se quedaron atrás y redondearon una suba interanual del 116% en enero, también bastante por encima de la inflación.
Otro rubro que se despertó son los "gastos de capital", es decir, la obra pública pura. En diciembre, este rubro se movía al ritmo del 55% interanual y en enero escaló al 151%. En lo que respecta a Inversión Real Directa, la misma se incrementó 177,2%, explicada en su mayoría por la mayor inversión de las empresas públicas entre los que se destaca el gasto realizado por ENARSA.
Este panorama implica un gran desafío para Massa. Terminó disciplinado el 2022 pero el arranque del 2023 enciende algunas luces de alerta. No hay mucho misterio: el déficit se tapa con emisión monetaria o deuda, y Argentina ya no tiene mucho margen para aferrarse a ambas "salidas". El "excel" de febrero será clave para graduar el problema.
