Cinthya comenzó a dibujar a los 6 años con el profesor Osvaldo Tansola en Berisso. Ella dice que no es un don ni un talento. “Es una terapia”, arriesga a LAPLATA1.com. Pero para los ojos de un terrenal, se parece mucho a un verdadero don.
“Ya con 7 años realizaba rostros con pinturitas. Conforme iban pasando los años fui aprendiendo a manejar otros materiales como tiza pastel, témperas, acrílicos y luego ya me gustaba dibujar mucho a lápiz, así que me quedé en esa área”, cuenta Cinthya, que hoy tiene 40 años.
Por su increíble capacidad de dibujo a tan corta edad, dio notas televisivas. Su precisión impactaba.
“A los 8 años pinté mi primer mural en la casa del profesor junto con él. Realizaba dibujos con plumín y tinta china. A los 20 años dejé de ir a su instituto ya que era un hombre mayor y comenzó a enfermar”, cuenta.
En el 2011 todo dio un giro inesperado. Sus padres fallecieron. Fue en un accidente náutico: el yate en el que viajaban explotó por un desperfecto técnico. Cinthya no olvida, por supuesto, la fecha exacta: el 23 de marzo.
Desde ese momento no pudo volver a agarrar el lápiz. Pero hace poco volvió al ruedo y ahora hace retratos para todos y todas. Es su nuevo emprendimiento.
“Si bien no recuerdo las técnicas que mi profesor de dibujo me enseñó, los dibujos los sigo realizando. Dibujo lo que veo, no sé de técnicas pero dibujo con el alma y porque sé que eso le hubiera gustado a mi madre”, comenta.
Y completa: “Dibujar como lo hago no lo considero un talento ni un don. Para mí es una terapia. Tuve una vida muy difícil. Dibujar me libra de todo ese dolor. Antes de agarrar el lápiz, miro lo que tengo que dibujar, cierro los ojos y me imagino a mi mamá viéndome orgullosa. Ahí es cuando abro los ojos y me sale el dibujo. No empleo técnicas, solo dibujo por ella”.
