Revisando el archivo de la campaña 2015, hay una cosa que sobresale con claridad: las fichas principales estaban claras con bastante anticipación.
En mayo de ese año, por ejemplo, Tinelli invitaba a Showmatch a Daniel Scioli, Mauricio Macri y Sergio Massa. Se sabía que ellos tres iban a ser los protagonistas de las elecciones. Scioli, de hecho, ya estaba lanzado "oficialmente" desde el 2014 aunque tuvo que atravesar un momento de disputa interna con Florencio Randazzo que finalmente se zanjó en junio del 2015 cuando "el flaco" se bajó ante el anuncio de Carlos Zannini como vice del por entonces gobernador.
Ese escenario contrasta con el actual donde parecen existir menos certezas aunque ya el propio Scioli confirmó que jugará como precandidato a Presidente junto a Victoria Tolosa Paz en la Provincia de Buenos Aires. ¿Se puede mirar su campaña 2015 para deducir cuál sería su receta económica post-2023?
No es fácil. Muchas cosas cambiaron. Quizás varios problemas se repiten pero con otra intensidad. El caso más claro es la inflación. Problema en el 2015 y problema en el 2023. Pero ahora la inflación es 110% y en el 2015 rondaba el 30%.
Daniel Scioli junto a Victoria Tolosa Paz.
Miguel Bein y Mario Blejer eran sus asesores económicos, aunque sobre el filo de la campaña terminó confirmando que su MInistra de Hacienda iba a ser Silvina Batakis. Bein era el rey del gradualismo en esa campaña del 2015. Reconocía problemas en el funcionamiento de la economía 2011-2015 pero alertaba contra el "facilismo" de algunas recetas de Cambiemos.
Sintetizando: Bein reconocía que el dólar y las tarifas tenían un retraso, que había que bajar retenciones, subir la tasa de interés y reducir el gasto público. También hablaba de desarmar el cepo. Pero en todos los casos, decía, había que hacerlo de manera muy gradual para no afectar el salario real de los trabajadores.
Solía repetir una idea: el valor del dólar es el reverso de los salarios. Cuanto más alto el dólar, más bajo el salario real. "Esa es una regla dorada de la economía", afirmaba. De ahí su rechazo a una salida rápida del cepo. No sería de extrañar que esta cosmovisión esté presente actualmente en Scioli: una corrección gradual. La gran duda es si la intensidad de los problemas admite gradualismo. No causará el mismo efecto una aspirina para una fiebre de 37.5 grados que para una fiebre de 41 grados. Se supone que la intensidad del remedio depende de la intensidad de la enfermedad.
El Scioli de ahora repite mucho de lo que decía Bein en aquel 2015: salir de la crisis por "el lado más largo". Esto significaba "estabilizar" la macroeconomía sin caer en grandes devaluaciones, sino con aumentos de la productividad, la innovación, la inversión y las exportaciones. En otras palabras: salir del laberinto no achicando la demanda, sino expandiendo la oferta. Una idea que suena bastante bien pero que, a lo largo de la historia argentina, pocas veces se terminó llevando a cabo.
