Iván Angiono es de un pequeño pueblo de La Pampa llamado Trenel. De solo 4 mil habitantes. Pero guarda un gran recuerdo de La Plata: aquí egresó y hoy es un reconocido matemático.
En diálogo con LAPLATA1.com, Iván cuenta su historia. Ya de chiquito pintaba encaminado: concurría a las olimpiadas con muy buenos resultados. Olimpiadas nacionales pero también fuera del país.
“Fue una experiencia mágica. Fui 3 años al mundial de las olimpiadas y más allá del resultado, era muy fuerte viajar al exterior, y compartir anécdotas y tiempo con chicos de otros países”, recuerda.
“Lo que más me interesa era plantear y resolver problemas. Esa fue la chispa en la parte de investigación”, señala. En la Secundaria sabía que iba a continuar con algo de Exactas pero no se decidía por una carrera.
Finalmente en el 2002 largó con dos carreras: matemática y biotecnología. Hizo dos años en simultáneo hasta que finalmente se decidió por la primera.
“Me daba cuenta que la verdadera pasión era por la matemática. Lo principal es poder disfrutar lo que estás haciendo. Mi vieja no estaba muy decidida a que hiciera matemática, y mi viejo sí. Él la convenció a ella afortunadamente. Cuando me decidí por matemática, ellos me veían feliz. Buscar respuestas a los problemas me hacía feliz”, cuenta Iván.
¿Y la adaptación de un pueblo de La Pampa a una gran ciudad como La Plata? “Yo era de un pueblo pero por las olimpiadas había pasado varias semanas en Buenos Aires, y también fuera del país. Entonces sabía lo que era estar sin mis viejos por un largo tiempo”, explica.
Las primeras materias tampoco fueron un escollo. Iván tenía un bagaje muy fuerte por la competencia en las olimpiadas. Eso también simplificó la adaptación.
“Tengo los mejores recuerdos de La Plata. Cuando se da la oportunidad me reúno con los amigos que tengo ahí. Fue una ciudad maravillosa, muy linda para estudiar. La Universidad es muy buena, y voy a estar siempre agradecido por la formación que me dieron. Es muy cálida para recibir estudiantes. Es un lindo combo”, reflexiona.
Hoy dedica su tiempo a la docencia y la investigación. “Me gusta formar a nuevas generaciones. Lo más interesante es enseñar a pensar. Pensar matemática nos lleva a ser muy críticos, y eso es bueno para la vida en general. Entender por qué son las cosas. La matemática no son cuentas, sino la búsqueda de una verdad. Probar que algo es de tal forma. Eso es lo que trato de transmitir a los alumnos”, completa.
