A la hora de emprender una aventura nueva en la vida, no importa la edad ni pensamientos negativos que puedan quebrar aquello que tanto se anhela o que se ha deseado por tanto tiempo.
Es por eso que en esta ocasión, Omar de 55 años y oriundo de Ensenada, decidió dejar los temores de lado y adentrarse en un momento único, al alzarse sólo de su moto y algunas pocas pertenencias para viajar de su lugar natal hasta Ushuaia.
Entre vientos y paraderos en los que se fue instalando para descansar, ya que partió desde la ciudad vecina el 5 de octubre, pudo dialogar con LAPLATA1.com y comentar cómo se dio la idea del viaje.
“Lo fui planeando de Ensenada a Cabo Vírgenes (Santa Cruz) y de ahí a La Quiaca (Jujuy). Ahora estoy a 130 km de Cabo Vírgenes. El viaje lo proyecté hace 2 años, pero no tenía moto en ese tiempo. Pero me fui armando, averiguando, compré la moto Benelli 251 TRK, todo su equipamiento y arranqué”, comenzó detallando.
Además sumó: “Ahora estoy en Cabo Vírgenes, donde fui gentilmente recibido por la gente de la armada argentina. Me ofrecieron café y agua caliente. Que mejor forma de prepararme para la próxima etapa que es Ushuaia, la cual me queda a 600 Km aproximadamente”.
Con respecto a su idea del viaje y cómo fue que se lo tomaron sus seres queridos agregó: “Corrí muchos años, en total en 27 competencias, hasta que tuve una lesión importante y tuve que dejar de hacerlo. Como siempre fui una persona competitiva, proyecte estos tipos de desafíos, porque ya no puedo realizar la actividad física que hacía”.
Y agregó: “Recibí un apoyo total de mis hijos y amigos. Pese a que es un viaje durísimo porque los vientos son fuertes, es un viaje inolvidable y una experiencia única porque te permite conocer mucha gente”.
Por último, a modo de contar una anécdota tragicómica contó: “Lo más chistoso que me acuerdo es que tenía en un momento tanto hambre paré en un bar que está sobre la ruta. Me atendieron de diez y la comida riquísima. Se hizo tarde por lo que no podía seguir andando. Vi en el fondo un patio hermoso. Le pregunté a la dueña si podía acampar y me dijo que sí”.
“Armo la carpa y me acuesto a dormir sin saber que ese lugar funcionaba como una parada de camiones. Durmiendo empiezo a ver las luces de un camión muy fuertes y cada vez más cerca. Vos sabes que el tipo no me vio. Yo estaba en la carpa y al costado de un árbol. Me pegué un julepe impresionante. Pensé que me pasaba por arriba, já”, cerró.
