Su marido es DJ en La Plata, madrugan y en la esquina de 7 y 85 le ponen sabor a todas las mañanas: "Es una lucha constante"

Elizabeth es una auténtica gladiadora y cuenta cómo se sobrepuso a quedarse sin trabajo. El mundo musical fue clave y hoy la rompe con sus tortas fritas: "A veces dan ganas de bajar los brazos pero no lo voy a hacer"
Sociedad 24/11/2023 . Hora: 10:20
Su marido es DJ en La Plata, madrugan y en la esquina de 7 y 85 le ponen sabor a todas las mañanas: ”Es una lucha constante”
Francisco Angulo
Por Francisco Angulo
Periodista.

Elizabeth es una auténtica guerrera de La Plata, y su marido no se queda atrás.

Con sol, con lluvia, con lo que sea, siempre se hace presente desde las 7 de la mañana en la esquina de 7 y 85, y cuenta su historia a LAPLATA1.com.

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“Mi familia está compuesta por mi marido y mi nena de 12 años. Yo me quedé sin trabajo hace dos años, y de ahí en más trabajé en muchos lugares, casi siempre con una mala paga”, comienza relatando.

Mi marido es DJ pero con eso solo no podemos vivir, porque a veces le sale laburo y a veces no”, agrega Elizabeth.

MOSQUITO MLP

Indirectamente, el mundo musical fue el que la conectó con su incursión en 7 y 85. Ellos tienen un amigo en común que es músico: Gabriel Iuvanson.

“El año pasado él iba a la rambla de Punta Lara para hacer shows gratis, sorteos y rifas. Todo a la gorra. Y ahí mi marido me dice ‘¿por qué no te haces una torta fritas y probas de vender?’”.

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A Elizabeth le cerró la idea y se animó. Claramente no se arrepiente. Acompañó a su amigo y vendió sin parar.

“Este chico que canta es un laburante. Hacemos todo a pulmón, nos ayudamos mutualmente. Yo iba con mi cajita y mi mesita, y me ponía a vender las tortas fritas mientras él hacía su show”, recuerda.

Pero fue por más: Elizabeth decidió que esto iba a en serio y desde hace muchos meses endulza las mañanas en 7 y 85. Firme. Nunca falta. De lunes a lunes.

“Mi marido se levanta conmigo temprano, alrededor de 4. Se elabora todo en el mismo día, y ya a las 7 de mañana estoy ahí en la calle vendiendo. Al principio costó porque no te conocen. Hay gente que me pide fiado, y gente que se enoja con los precios”, subraya.

“Hay días que se trabaja bien, y hay días que no se vende nada, y me vuelvo con todas las cosas”, revela Elizabeth.

Pero no va a bajar los brazos: “Yo voy a seguir yendo porque los vendedores ambulantes no le hacemos mal a nadie. Creo que una Argentina mejor es posible trabajando. Trato de tener mi zona limpia y ser amable. Es una lucha constante. A veces querés bajar los brazos y quedarte en tu casa, pero no, todo suma”.

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