Juan Marcos Bueno nació en Uruguay, tiene 46 años pero desde hace 8 vive en La Plata y la rompe con el dibujo.
En diálogo con LAPLATA1.com, cuenta su increíble historia. Podría decirse que su amor por lo artístico comienza con un hecho fortuito: haber nacido prematuro.
“Yo nací prematuro y no podía hacer deportes por una intervención que me habían hecho. No podía golpearme. Entonces mis padres decidieron mantenerme siempre adentro. Me entretenían con cosas de dibujos. Tuve amigos pero no podía jugar al futbol”, recuerda.
A los 5 años empezó a ver que tenía facilidades en el dibujo: “La maestra vio que hacía trabajos en perspectiva, sin saberlo, y le aconsejo a mi mama a que me mande a un curso de dibujo”.
Ellos vienen de una familia humilde y en ese momento no era tan fácil aprender cuestiones artísticas: “No había computadores, tutoriales, nada”.
“Mis padres no me motivaron. Me daban las cosas de dibujo para que me quedara adentro. No querían que fuera un bohemio, que tuviera esa cultura, que viviera de esa manera”, reflexiona Juan.
A los 13 años hizo su primer trabajo: dibujó un mural en un parque de diversiones. Inmediatamente advirtió un problema: no tenía gran capacidad para la pintura. Así fue que se internó en una biblioteca durante un año para aprender. Iba todas las mañanas a leer sobre los grandes: Leonardo Da Vinci y Miguel Ángel, por ejemplo. A la noche, cuenta, se ponía a pintar para practicar lo que había leído. Siempre autodidacta.
En Uruguay también fue un importante bombero. Pero ojo: nunca abandonaba el dibujo. Era su pasión. Cuando tenía 38 años tomó una decisión muy fuerte: junto a su señora se mudaron a La Plata.
¿Por qué motivo? La familia de su pareja vive en la Ciudad de las Diagonales. Hicieron un viaje para visitarlos. De un mes. Él tenía licencia en el cuartel de bomberos.
“¿Por qué no probás acá, por ahí te resulta?”, le propuso uno de los familiares de su señora. Le prestó 1.000 dólares, compró materiales, publicó en las redes sus trabajos y en tres días ya le había devuelto la plata. Un éxito total. Se llenó de clientes.
Luego volvieron a Uruguay pero a Juan le seguían llegando mensajes por trabajos en La Plata. Tenía mucha demanda. Así fue que decidieron venirse para la Argentina de forma definitiva. Y no se arrepiente.
“La gente empezó a conocerme, a llamarme. Me fue muy bien. En una exposición en la ESMA presenté un cuadro mío de Diego Maradona. Fue al año de fallecer”, recuerda con orgullo. Fue uno de los momentos más movilizantes.
“También hice desde que estoy acá muchos trabajos de personas que fallecieron. Son trabajos muy complicados. Son retos. Genera mucha emoción a la persona y al artista, y tenés que lograr que quede de la mejor manera”, explica.
Y cuenta una anécdota extrema. Lo convocaron para un trabajo en San Justo. Tenía que hacer el mural de un joven que había fallecido. Jamás imaginó que el velatorio sería en la misma casa donde estaba trabajando.
“Llegaron amistades que tiraban disparos al aire, y no estaba acostumbrado. Me generó temor. No sabía lo que estaba pasando. Fue desagradable, pero pude hacer el trabajo profesionalmente. Fue una experiencia diferente. No volvería a hacer un laburo así. Por eso ahora pido un poco de información sobre cómo va a ser el contexto”, señala.
Y completa: “Es una pasión y un estilo el dibujo. Siempre tengo que hacer algo: pintar o ver videos, aprender nuevas técnicas. La Plata es hermosa. He pintado murales con 50 personas viéndome de atrás y me aplaudían cuando terminaba. Me han premiado con asados. Y, en un caso, una mamá de un chico que había fallecido me bendijo las manos por el mural que había hecho para que pequeño".