Martín era el rey de las cascadas en La Plata y ahora también quiere ser el amo de los tatuajes temporarios.
Todo arrancó en el 2019 desde Los Hornos con su pareja: “Se me ocurrió comprar la cascada de chocolate y ofrecerla para eventos y cumpleaños infantiles. Nosotros empezamos con dos cascaditas de tres pisos, hicimos nuestro primer evento, y cuando la trajimos a casa esa máquina se rompió y no pudimos seguir trabajando”.
Pero ese traspié estuvo lejos de detenerlo. Tampoco la pandemia. Martín siguió trabajando. Obviamente con cambios obligados: debía ofrecer el servicio en bandejas y paquetes.
“No pudimos hacer eventos pero conocimos mucha gente, que nos ayudó a futuro a construir clientes”, dice a LAPLATA1.com.
“En el 2022 se fue normalizando y volvimos con todo. El 2023 fue un año con mucho trabajo, con muchos eventos reprogramados por la pandemia”, sostiene Martín.
Su cascada, asegura, es insuperable: “La de 10 pisos es invento mío, no está a la venta ya que la diseñamos a medida y está registrada con la opción de no venta. Es la más grande del país”.
Pero Martín no puede abandonar su espíritu emprendedor. La nueva idea surgió hace un par de años cuando vacacionaba en la costa, más precisamente en San Clemente. Allí vio cómo laburaban con los tatuajes temporarios y se le prendió la lamparita.
“Di con la fábrica, fui juntando casi dos años el dinero y logré comprarla. Es una máquina industrial mucho más grande y profesional que la que usan en la playa”, explica.
“Usamos tintas hipoalergénicas aprobadas por la ANMAT, y tuvimos que hacer un curso de aerografía para aprender el oficio de tatuador profesional temporal”, señala Martín, un inversor de la alegría.
