Tomás tiene 25 años y su novia, Clara, 22. Son de La Plata y desde hace un tiempito se han convertido en especialistas de autitos de colección.
El joven cuenta en diálogo con LAPLATA1.com cómo surgió esta nueva pasión. Silvia, abuela de su novia, fue la clave de todo.
“A ella le gustaban las antigüedades y gracias a ello a mediados de 2018 empezamos a incursionar en el mercado de la compra-venta”, comienza relatando.
“En ese entonces comenzamos vendiendo a través de Marketplace algunas de las antigüedades que ella había coleccionado a lo largo de su vida: medallas antiquísimas, algunas de oro y plata; muñecas antiguas y de colección; esculturas de porcelana, bronce y otro metales; y artículos varios como máquinas de escribir, planchas a carbón o combustible, calculadoras del año 1900, un acordeón a piano de la década del 30' aproximadamente, entre otros”, puntualiza Tomás.
Cada vez que lograban alguna venta, Silvia organizaba una “fiesta” y repartía el dinero entre sus nietos. No eran ventas menores. Había montos jugosos.
El 2020 fue un año difícil. Llegó la pandemia y tuvieron que frenar el emprendimiento: Silvia lamentablemente falleció. Era la estrella de esta iniciativa.
“El duelo se nos hizo eterno, pero para marzo de 2023 tomamos fuerza y retomamos el proyecto como compra-venta de antigüedades. Comenzamos con altibajos y pocas ventas, entendiendo que los productos tenían una demanda muy específica por lo que solían tardar mucho tiempo en venderse”, explica Tomás.
“Buscando tener un mayor flujo de mercadería para continuar con el negocio fue que en junio del año 2023 descubrimos el mercado de los ‘Autitos de Colección’”, señala el joven.
Una persona de Los Hornos fue determinante para que pudieran aprender y avanzar en ese nicho: Luis Humberto Rodríguez.
“Empezó siendo un cliente del emprendimiento, pero cada vez que nos juntábamos por una entrega de un auto, nos contaba la historia del mismo y su valor, incluso a veces nos contaba las películas donde había salido el auto. Era imposible no interesarse y no intentar aprender lo que te transmitía”, subraya Tomás.
“Comenzó como un cliente, luego paso a ser nuestro restaurador, y finalmente se volvió un amigo, una parte de nuestro proyecto”, dice el joven.
Pero ahora van por más. Hace tres meses compraron una impresora 3D de resina para restaurar los autitos que adquirían.
Trabajan para marcas nacionales y extranjeras. Todo gracias al impulso inicial de Silvia, que los guía desde el cielo.
