

Los primeros recuerdos que se tienen de Javier Milei en televisión son insultando a Keynes. Se encargaba en cada aparición pública de impugnar su lógica económica que, según su visión, era funcional a los intereses de los políticos: gastar más.
Eran épocas donde la idea de un Estado presente y regulador todavía tenían bastante acogida. Cambiemos había ganado la elección pero los economistas más ortodoxos fueron freezados y salieron a la cancha perfiles más neokeynesianos o desarrollistas como Alfonso Prat Gay o Rogelio Frigerio.
Con el correr del tiempo, Milei fue abandonando la cruzada contra Keynes. Quizás entendió que esa cruzada estaba ganada. Y ahora busca un paso más ambicioso: la lucha contra los neoclásicos.
No son enemigos menores. Podríamos decir que todo lo que se lee en una Facultad de Economía estándar viene de Keynes y los neoclásicos. Es el mainstream. También se leen teóricos noemarxistas y austriacos, pero como algo periférico o complementario. No son la parte central de las licenciaturas en Economía.
Esto tiene sus connotaciones en la batalla cultural que emprende el Presidente y no hay que perderlo de vista. Siendo terriblemente simplista (y generoso) podríamos identificar al ideario de Keynes con el peronismo y al ideario de los neoclásicos con Juntos por el Cambio (los equipos técnicos radicales y del PRO de la campaña 2023 tranquilamente).
Traducido: Milei da ahora su lucha cultural contra los economistas más cercanos que lo pueden criticar. Un Hernán Lacunza, un Carlos Melconian, un Domingo Cavallo. El título de su flamante libro habla justamente de la “trampa neoclásica”.
Los neoclásicos fueron los que introdujeron la noción de “fallas de mercados”. Explicado de manera muy simple: los neoclásicos creen que el mercado es el mejor asignador de recursos bajo los supuestos de agentes racionales y con información completa. Al mercado hay que dejarlo actuar libremente. Siempre. No hay que regular, distorsionar precios ni nada que se le parezca.
Esta postura bastante ingenua y que se basa en supuestos algo extremos (perfecta racionalidad e información de los agentes) fue cuestionado y entonces los neoclásicos hicieron una concesión. El mercado siempre funciona bien pero hay casos excepciones: los famosos “fallos de mercado”. Allí sí podría estar recomendada alguna intervención del Estado (mínima) que nos haga volver a un funcionamiento deseable del mercado.
Un ejemplo típico de “fallos de mercados” es la distorsión que pueden generar comportamientos oligopólicos o monopólicos. Esto es muy interesante: Luis Caputo explicó que intimaron a las prepagas por una conducta colusiva, que es justamente un fallo de mercado. El propio Ministro de Economía reconoce públicamente que existen los fallos de mercado.
El round entre Milei y los neoclásicos también devela que hay una carencia de cuadros económicos del peronismo. No hay voces fuertes “keynesianas” contra el Presidente. Inconscientemente terminan avalando que la primera fase de la batalla cultural fue ganada por el libertario.