Emanuel es de La Plata, lleva 11 años trabajando en el Servicio Penitenciario Bonaerense y a partir de la pandemia empezó a explorar un viejo amor: el dibujo.
Concretamente, el mundo de los tatuajes. “Mi esposa se encarga de hacer las publicidades y hablar con la gente”, dice en diálogo con LAPLATA1.com.
“Mi señora pega los diseños en la piel de los clientes y me prepara la mesa de trabajo y me asiste todo el tiempo pasándome las servilletas. También tapa los tatuajes y saca las fotos. Somos un equipo los dos”, explica.
En realidad Emanuel empezó a tatuar desde hace 6 años. Aprendió a dibujar en el comercial San Martín: “Ahí me enseñaron todo”.
“Yo trabajo en la unidad 34 de Melchor Romero, pero no es un trabajo que me guste mucho”, señala.
Fue en la pandemia cuando decidió dar un vuelco. Su señora lo empujó a meterse de lleno en el mundo de los tatuajes: “Nos animamos a hacer una publicación y empezamos a trabajar en mi domicilio”.
“Fue increíble a pesar de la situación en la que estaba el país. Teníamos más de 20 tatuajes”, recuerda. Emanuel tiene 6 hijos. El sueldo no alcanzaba. El universo de los tatuajes genera un apoyo importante.
“Hoy en día tenemos muchos clientes. Siempre hacemos promociones y cobramos los tatuajes muy baratos. Nuestro sueño es poder tener un local lindo”, cuenta.
“Por ahí pasa un mes y no nos sale nada de trabajo porque no tengo movilidad para hacer a domicilio, que es lo que la gente pide. Aflojó mucho el trabajo pero siempre nos la rebuscamos haciendo promociones”, completa.
