![Se enamoraron en la Técnica 3 de La Plata y la rompen desde una casita de 6x5 pedaleando varios kilómetros: ”Fue un éxito”](/adjuntos/./900/112114_pequeno-lengua-ddddd.png)
![Francisco Angulo](/adjuntos/100/be06aa19771142469f9014ec6d3c57f1.jpeg)
Pilar y Ezequiel se conocieron y enamoraron en la Técnica 3 de Los Hornos. Cuando ella tenía 17 y él 19 tuvieron a su primer hijo. Hoy tienen dos: Bautista y Matheo.
En diálogo con LAPLATA1.com, la joven cuenta cómo salieron adelante en los momentos más difíciles, sobre todo cuando su pareja se quedó sin trabajo el año pasado.
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“Nos conocimos en la escuela. En la pandemia alquilábamos y nos volvimos a vivir a lo de mi mamá. Compramos los primeros materiales para nuestra casa mientras vendíamos empanadas y pizzas”, recuerda Pilar.
“No teníamos trabajo, estábamos terminando el secundario y empezamos a vender churros, bizcochitos y algunas cosas más que elaborábamos nosotros. Después él consiguió un trabajo en blanco y abandonamos la venta fija aunque de tanto en tanto hacíamos pan relleno para vender”, cuenta también.
En el 2017 tuvieron su primer bebé y en el 2021 llegó la segunda alegría. El 2023 no fue sencillo. Un mes antes de casarse, Ezequiel perdió su laburo: “Teníamos 1200 pesos para todo el mes. Compré harina, grasa e hice 3 docenas de rosquitas para vender. Fue un éxito y eso que era un lunes, un día que tal vez la gente no consume tanto”.
“Estuve toda la semana haciendo rosquitas gracias a eso y cuando ya había juntado un poquito invertí en productos de panadería para abrir un despacho de pan en nuestra casita, que mide 6x5 en total”, destaca entre risas.
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Corrieron la cama, pusieron una cortina y se armaron un reducto solo para preparar y vender desde la ventana. Están en la zona de 50 y 152. Todos en el barrio los conocen.
Pilar explica que las preparaciones propias más complejas todavía las hace en la casa de su mamá porque tiene cocina con horno. Es todo a pulmón: Ezequiel se encarga de los repartos pedaleando kilómetros y kilómetros por día. No tienen auto.
“Empecé un curso de panadería y cada vez son más las cosas que puedo elaborar yo misma. Mi marido se encarga de hacer los envíos en la bici y aunque pedalea varios kilómetros por día no nos rendimos y estamos de lunes a lunes de 9 a 20. Tenemos muchas ganas de seguir creciendo con este emprendimiento que hoy es nuestra única fuente de ingresos”, completa la joven. Dos grandes luchadores.