Un platense se convirtió en un ícono con sus bailes en el balcón de cada día y en un momento hasta atrajo a las cámaras de televisión, que lo registraron para la posteridad.
Hace más de una década, la historia del "bailarín de La Plata" llamó la atención de todos. El hombre simplemente ponía la "música al palo" y salía a su balcón de 1 y 61, desde donde los vecinos podían mirar unos terribles movimientos.
El espectáculo era diario y cualquiera que pasara por ahí, en momentos alejados del día, puede confirmarlo. Como si fuera poco, no llevaba más que ropa interior.
"Julio César", lo recuerda ahora su público del vecindario. Algunos se despertaban temprano en el verano y su ventana daba justo al primer piso del bailarín.
"Un lindo personaje", dicen. No solo exhibía sus movimientos a la mañana, sino también al mediodía y al final de la tarde. Sí, también funcionaba como un relojito. Y fue así durante años.
"Se relaja, está todo el año bronceado", decían entonces. Los estudiantes de la UNLP se sentaban a esperar el micro y se entretenían mientras miraban a Julio.
Respecto al repertorio, Julio se movía con cualquier sonido: se hizo conocido por un baile al ritmo de "Disco Eterno" de Soda Stereo, pero también llegaba a exhibir su arte con Luis Miguel.
Es que la mística de Julio venía desde hace años. Más de dos décadas, según afirman los primeros en verlo. "Tenía la música a todo trapo, no podías dejar de verlo".
Sobre las motivaciones, algunos cuentan que era como una especie de ritual para relajar el cuerpo. Otros dicen que simplemente era para ponerle buena onda al día. Lo cierto es que el bailarín de La Plata dejó su marca en 1 y 61.