Rocío es de Los Hornos, tiene 22 años y hace solo un año fue mamá. 400 gramos de ricota fue el puntapié para un cambio importante en sus vidas.
“Nosotros originalmente somos cooperativistas. Hacemos premoldeados de hormigón como paredones, baldosas, pilares de luz, pero cuando comenzó este gobierno la demanda cayó un montón ya que tuvimos que subir los precios y para la gente pasó a otro plano el tema de la construcción. Empezaron a priorizar el vivir el día a día”, dice la joven a LAPLATA1.com.
En ese momento de incertidumbre y sin mucho dinero, Rocío activó una buena idea. Le pidió la pastalinda a su mamá y compró casi medio kilo de ricota, el queso más económico.
Así fue que armó unos cuantos sorrentinos. Habían quedado realmente muy bien. Al día siguiente se arriesgaron y publicaron para vender en febrero.
“La gente comenzó a comprar, hicimos una página, fuimos agregando sabores, productos, y hoy ya vendemos canelones, ravioles, sorrentinos y fideos. También hacemos pan y pizzetas, para eventos”, explica.
“Diría que la parte de cocinar la hago sola pero sin el apoyo de mi pareja Brian no podría ya que él se queda con la bebé para que yo pueda trabajar”, reconoce la joven.
Y recuerda: “Desde que estamos juntos siempre en momentos así salimos adelante con la comida. En la pandemia nos dedicamos a ayudar a la gente. Casi todos los días hacíamos comedor y merendero con la ayuda de muchas donaciones y mercadería que recibíamos. También vendíamos pizzas, papas, hamburguesas, pero como nos empezó a ir mejor en la construcción y además quedé embarazada de mi hija lo dejamos. No podía estar mucho parada”.
Ellos cobran la Asignación Universal por Hijo por la pequeña pero obviamente no alcanza. Tenían que volver a emprender: “Esta fue la salida que pude encontrar, y nos está yendo bastante bien”.
¿Y cómo aprendió el oficio de la cocina? “Siempre me la iba ingeniando, veía recetas o le preguntaba a mi mamá que es pastelera y mi abuela que es una cocinera de primera. De hecho la pastalinda que uso es de mi abuela, ya fallecida”, señala.
“Cuando fui a buscar trabajo en diciembre tuve promesas pero no me llamaron, así que me las seguí rebuscando con mi familia. Encontré algo que me gusta hacer y no dejó tan despegada a mi hija”, completa Rocío.