Gabriela es de La Plata y vivió momentos álgidos en la pandemia, pero siguió adelante con su proyecto y hoy la rompen en toda la ciudad.
Todo comenzó en el 2017: “Luego de terminar un curso de Panadería y Pastelería me surgió la idea de cumplir con un sueño que siempre tuve y era el de poder tener un espacio donde mi pequeña familia y yo podamos estar más unidos y haciendo lo que nos gusta”, dice en diálogo con LAPLATA1.com.
Rápidamente reconoce que su idea era “muy alocada”. Lo habló con sus íntimos y la apoyaron. Hubo tropiezos al principio pero salieron adelante.
“Hoy podemos decir que estamos de pie, firmes, haciendo lo que nos gusta y principalmente unidos, que fue siempre mi objetivo”, señala.
Y agrega: “Como mamá canceriana mi deseo más profundo es mantener a mi familia conmigo. Son parte fundamental, además de mi esposo, mis hijas Agustina y Carolina que junto con la colaboración de mi yerno Facundo conformamos este emprendimientos familiar”.

Se jactan de hacer productos sin colorantes ni conservantes. Lideran los alfajores de maicena, las masas secas y los sándwiches de miga entre los pedidos.
Por otro lado, no deja de olvidar lo que fue trabajar en un momento tan complejo como la pandemia, donde había máxima incertidumbre.
“Durante la pandemia luchamos contra viento y marea, sacando permisos para circular y así poder llevar nuestros productos a los hogares que lo solicitaban, corriendo riesgos, teniendo que hacer entregas insólitas, aprendiendo a vivir con el alcohol en gel, guantes y barbijos todo el tiempo”, recuerda.
En ese sentido, destaca lo increíble que era transitar las calles céntricas totalmente vacías “porque la gente no quería ni asomarse”.
Y cierra: “Por ejemplo nos tocó hacer una entrega de comida a una señora que nos deslizaba una soga por una ventana de un primer piso, la cual tenía atada una bolsa. Nosotros le poníamos el pedido allí así ella lo subía tipo arnés. Ese era el único contacto que se podía tener”.





