Si algo no le pudo faltar a la ciudad de La Plata a lo largo de los años, fueron sucesos insólitos. La cuestión no escapa a la historia reciente y los episodios más particulares llegaron incluso a las páginas de reconocidos libros.
Lo cierto es que hubo un episodio que durante mucho tiempo fue olvidado y en el último tiempo tomó relevancia, en gran parte gracias al trabajo de Nicolás Colombo y su producción “Misterios de la ciudad de La Plata”.
En ese libro, una de las partes que más llamó la atención de los lectores se tituló “El oso más grande del mundo fue platense”. Y no fue para menos si se tiene en cuenta el alcance de la afirmación.
Es que en 1935, año recóndito en la historia local, también había curiosos. Por aquel entonces se construía el Hospital San Juan de Dios. Mientras cavaban hondo, los obreros encontraron huesos fósiles.
En ese momento, el director del hospital los donó al Museo de La Plata, donde determinaron que se trataba de un oso prehistórico. No le dieron mucha importancia y permanecieron olvidados por casi ochenta años.
Sin embargo, nada había terminado allí para el paleontólogo platense Leopoldo Soibelzon. Mientras hacía su tesis doctoral, no pudo dejar pasar aquel hallazgo y comenzó un estudio que le llevó diez años.
El paleontólogo recorrió museos de toda la provincia durante una década para buscar huesos parecidos. La búsqueda lo llevó a Uruguay, Bolivia y Brasil. Los resultados fueron contundentes.
La conclusión de Soibelzon fue que el oso platense era un Arctotherium angustidens, que en latín significa “oso de dientes afilados” y había habitado esta región hace más de 700 mil años.
Lo que más le llamó la atención, sin dudas, fue el increíble tamaño del oso. Se trataba del ejemplar más grande conocido hasta el momento: medía 3,5 metros de alto y pesaba unos 1,5 toneladas.