Melina tiene 19 años, es de Florencio Varela pero estudia en la Universidad Nacional de La Plata, más precisamente en la Facultad de Trabajo Social.
Conoce como nadie el TALP. Lo toma todos los días. Pero desde hace algún tiempo el viaje tiene otro aroma: conoció al chofer más copado de la línea. Se trata de Jonathan.
“Yo estaba esperando el colectivo en la terminal de La Plata como casi siempre. Hace un año y medio que estoy estudiando en la Universidad de La Plata”, señala a LAPLATA1.com sobre el comienzo de esta historia de amistad sobre ruedas.
“Vino lleno, pero lleno mal. Me subo y él me vio con la camiseta de River. Me hizo sentarme al lado”, la sorprendió. “Vení, vení”, le dijo el chofer. “Fuimos hablando de River casi todo el viaje. Es muy bueno. Nunca se desubicó. Es un copado”, señala con entusiasmo la joven varelense.
“Hablamos de la familia, de su hija, de su trabajo. Después me lo seguí cruzando varias veces y siempre hablábamos de temas distintos. Un capo. El chabón es increíble”, agrega.
Incluso, Melina le pidió el celular a Jonathan para que, cuando pase por Bosques (Florencio Varela), le avise para poder acompañarlo y charlar a puro mate. Y así fue: se quedaron charlando de la vida. Ella siempre firme al lado del chofer.
“El servicio del TALP nunca fue muy bueno. Hay colectiveros que ni te saludan, pero este señor me asombró. Él ama su trabajo. Le encanta ser colectivero y siempre me dice que hay que ponerle la mejor onda. Saluda a todas las personas que suben, también a las que bajan. Es una máquina. Siempre está de buen humor”, cuenta la joven.
Y completa sobre la particular experiencia de viajar en el 338: “Este cuatrimestre viajé todos los días y a veces se pone turbio. Hay mucha gente que no se baña, que tiene olores horribles, gente que va en patas. No lo podía creer. Es un colectivo que siempre va a lleno y con experiencias turbias”.
