

Alex Ojeda tiene 30 años, es de La Plata y la mayoría lo conoce en realidad como “Catriel”.
Trabajaba en el sector de la Construcción pero desde hace cinco años decidió pegar un giro de 180 grados superando algunos miedos e inseguridades internas.
En diálogo con LAPLATA1.com, Catriel cuenta cómo dejó el mundo de la Construcción para pasar al mundo artístico. Más precisamente el mundo de los tatuajes.
“Dibujo desde que tengo memoria y siempre quise tatuar pero nunca se me había dado la oportunidad. Compré mi primer kit con la ayuda de la madre de mi nena. Ella fue la que me apoyó y me dio el empujón para comenzar a tatuar”, reconoce.
“Empecé a practicar desde antes de la pandemia. Primero se me hizo muy difícil ya que no tenía clientes y la gente de mi barrio no confiaba en mi trabajo. Mis primeros clientes fueron la madre de mi nena, mi madre y mi hermana. Estuve practicando un tiempo hasta que me animé a publicar en los grupos de La Plata”, agrega el joven.
¿Y cómo se sentía con esos primeros tatuajes? “Fue muy complicado, estaba re cagado de los nervios. Mi primer tatuaje fue a mi hermana. Encima se lo hice en el peor lugar, que fue en el dedo. Era el miedo de pinchar y lastimar a alguien”, reconoce.
Catriel también destaca que tuvo que destrabar algunas sensaciones personales: “Antes de tatuar, no hablaba con nadie. Estaba muy encerrado. Iba a laburar y volvía a mi casa. Eran tantas las ganas de tatuar que tuve que romper ese miedo y empezar a salir e interactuar con gente que no conocía”.
“Encima iba a tatuar a domicilios y había familiares mirándote. Me jugaba en contra al principio eso. Ahora ya no. Me da lo mismo”, reflexiona.
Actualmente Catriel tatúa en Los Hornos y se ganó el cariño de los vecinos. Ya no le tienen desconfianza.
“Hace mucho no trabajo en la Construcción. Gracias a Dios me está yendo bien con los tatuajes y también vendo electrodomésticos pero eso está medio frenado”, completa el joven platense.