Javier es de Berisso, tiene 43 años y lleva 22 de casado. Tiene 8 hijos y su situación es “caótica”.
En diálogo con LAPLATA1.com, contó su dura historia. Trabajó 13 años en YPF y todo se cortó en la pandemia. Allí cambió su vida.
“Tengo 8 hijos. Jamás voy a lucrar con ellos. Hoy estoy pidiendo en la calle pero nunca los llevaría a dar lástima como hacen otras personas. Fui criado con un padre que siempre salía a ganarse el mango”, señala.
“Se me vino el mundo abajo con la pandemia. Se me arruinó la vida. Yo trabajé 13 años en el Polo Petroquímico y ahora no me importa resignar el oficio y salir a laburar como ayudante. Encima hace 20 días me quedé sin una changa y agarré el carro nuevamente. Es triste pero es la cruda realidad. No queda otra que arremangarse, no bajar los brazos y seguir remando”, explica Javier.
Y agrega: “La situación es caótica. Estoy también en una situación de emergencia habitacional. Necesito irme de acá. No soy digno de lavarme la cara porque se me inunda la rejilla. Es una situación de mierda que estoy padeciendo. Lo que hago en el día es solo para la comida. Estoy muy estresado, destruido psicológicamente”.
También se les filtra el agua por los techos: “Vivimos enfermos. Estuve internado por neumonía con suero porque es una humedad permanente. Ya no sé qué hacer. Pero trato de mantener el espíritu positivo, con fe”.
“Tuve que vender el auto y también caballos que tenía”, recuerda Javier. A pesar de todas las complicaciones económicas, mantiene una olla popular de dónde comen 10 familias: “Hay gente que está peor que uno. No es consuelo pero es la verdad”.
“Yo laburé de todo. No tengo drama con eso. Me desempeño en lo que sea, tengo experiencia. Lo que venga, bienvenido es”, señala.
“Hay que salir a facturar porque la plata no llueve. El que quiere pescado que se moje los pies”, cierra Javier, quien deja su Facebook para poder contactarse.