Más allá del reparto formal de las bancas, el resultado de la elección legislativa en la Provincia de Buenos Aires marcará el termómetro de los humores y los análisis políticos.
Últimamente el kirchnerismo no ha tenido experiencias sobresalientes en las legislativas bonaerenses. La última que ganó fue en el 2005 cuando Cristina Kirchner se impuso ante Chiche Duhalde. De allí en más cosechó derrotas: contra Francisco De Narváez (2009), Sergio Massa (2013), Esteban Bullrich (2017) y Diego Santilli (2021). Pero ojo: en todas esas derrotas obtuvo un piso del 30%.
El conurbano bonaerense se presenta como un desafío para La Libertad Avanza. Gracias a la fusión con el sector de Patricia Bullrich, Javier Milei heredó una estructura que no tenía, con dirigentes que ya tienen su propio despliegue territorial. El caso más emblemático es el del intendente de Tres de Febrero, Diego Valenzuela, ex larretista que se plegó rápidamente al sector halcón del PRO y ahora “recuperó” su vieja amistad con Javier Milei.
En la Legislatura Bonaerense la integración entre libertarios y bullrichistas ya es total y hay un solo bloque que los cobija. Sebastián Pareja, Subsecretario de Integración Socio-Urbana y Presidente de La Libertad Avanza en la Provincia, intenta llevar la prédica mileísta a los históricos enclaves peronistas, donde no está claro cómo se inclinará la balanza.
La balanza dependerá de la agenda que domine a la hora de ir a votar. En el conurbano suelen sobresalir tres temas: inseguridad, inflación y actividad/desempleo. Los primeros dos incomodan al peronismo, pero el tercero puede golpear muy duro al gobierno nacional si la recuperación económica no llega a la industria y la construcción, dos ordenadores del Gran Buenos Aires.
En el 2023 Milei delegó la agenda de seguridad en Victoria Villarruel. Casi ni habló del tema, algo que quedó plasmado en el debate del balotaje con Sergio Massa cuando leyó de memoria varios proyectos y le cedió la centralidad a su contrincante. Con el arribo de Bullrich y José Luis Espert puede reforzar el discurso de mano dura que penetra con éxito en sectores no menores del conurbano, hastiados por tantos años de robo y droga. Incluso la propia Cristina Kirchner alertó, aunque sin decirlo en estos términos, que la postura garantista o abolicionista en el enfoque de la seguridad debía tener una vuelta de tuerca.
El Gobierno se golpeará el pecho por la merma de la inflación, suponiendo que no haya un calentamiento de los precios en el 2025, y la oposición ya va perfilando la réplica: ese logro se consiguió a expensas de la destrucción de pymes, de puestos de trabajo y de un ajuste que no recayó en la casta sino en la clase media y los sectores vulnerables.
Un adicional más sofisticado: podrían argumentar que la baja de la inflación se basa en la estabilidad del dólar, y que dicha estabilidad se consigue a través de un esquema de “carry trade” financiero habitualmente demonizado. Este último tema, sin embargo, no parece ser el más sexy para hacer campaña en el conurbano.