De los cuatro años de Mauricio Macri como presidente, claramente el 2017 fue el más saliente en términos económicos: la inflación fue del 24%, la economía creció 3%, la pobreza descendió al 25% y la deuda privada permitió sostener un dólar calmo sin cepo.
En el Gobierno creen que la economía ya pegó definitivamente la vuelta y que la recesión es cosa del pasado. Lo dijo el propio Javier Milei aunque reconoció que la recuperación no se siente todavía para muchos sectores de la sociedad.
No sería extraño que en el 2025 veamos algunos números y tendencias similares a las del 2017: consolidación de la baja de la inflación, rebote económico y caída de la pobreza. El desafío parece bastante obvio: cómo lograr que eso se sostenga a largo plazo a diferencia de la experiencia macrista, donde la ilusión del 2017 chocó rápidamente con una corrida cambiaria en abril del 2018.
El equipo económico libertario asegura que ahora hay bases más sólidas para que eso no ocurra. En primer lugar, ya rige el superávit fiscal y la dureza monetaria que no hubo en el 2016-2017. Ese orden macro permitiría despejar cualquier duda que pueda surgir en los agentes del mercado.
Desde el PRO, sin embargo, entienden que el riesgo de una corrida (en los paralelos) no está para nada despejado. Creen que el dólar oficial de 1.000 pesos y los paralelos acercándose a 1.100 implican una apreciación cambiaria peligrosa. En el fondo, sienten que la crisis del 2018 pudo haberse gatillado por la sensación de que el dólar estaba barato. El dólar actual está un poco más bajo que el de diciembre del 2017.
Mauricio Macri habló recientemente que el trabajo de Luis Caputo y Javier Milei en lo económico era un “milagro” pero advirtió que el talón de Aquiles puede ser el valor actual del dólar. “Es un tema que está opinado. Se verá con el tiempo”, lanzó el ex presidente.
Desde hace varios meses, Hernán Lacunza también viene alertando al gobierno de que no se enamore del dólar barato con la idea de que puede engendrar problemas macroeconómicos a futuro. Recientemente, el economista Lucas Llach (colaborador de la agenda desregulatoria de Federico Sturzenegger) reconoció en sus redes sociales que “a mí no me molestaría un dólar un poco más alto, francamente”. Milei y Caputo, por ahora, surfean con orgullo el actual esquema cambiario y no hay indicios de que se modifique en un corto plazo