Sergio Ferreira tiene 30 años, es de La Plata y después de un camino plagado de espinas comenzó a hacer mecánica de motos a domicilio.
Todo empezó cuando tenía 15 años y estaba a la deriva. En ese marco, un amigo cercano hasta el día de hoy, Roberto di Lorenzo, lo motivó a tomar un rumbo para su vida. Sergio sabía que le encantaba los vehículos y pronto llegó el llamado de un mecánico: "Si quiere aprender, que venga mañana a las 10".
Desde esa etapa hasta los 19 años, aprendió mejor que nadie el oficio de mecánico de motos en un taller de la mano de Claudio Rojas. Era ayudante, y desde temprano llamó la atención por su habilidad. "Rápido y bien", se comentaba. En ocasiones trabajaba en el taller de forma intermitente. "Yo necesitaba plata y me iba a repartir pizza de noche o al mediodía", dijo a LAPLATA1.com.
En ese marco, también empezaba un nuevo momento en la vida de Sergio: "Estaba empezando a noviar". De pronto necesitaba un mejor sustento económico y dejó de ser mecánico para convertirse en remisero. "Me encantó subirme a un auto, manejarlo de noche e ir de acá para allá. Era un espectáculo", contó.
Sin embargo, las malas experiencias también eran frecuentes. "Pasé miles: robos, llevar gente indecente a buscar droga, que carguen cosas robadas en el auto, y la zona roja", dijo Sergio. Se había hartado. Un día en su casa de Villa Elvira, mientras su pareja cocinaba, pensó: "¿Qué voy a hacer? Tengo que buscar algo que me deje más plata".
En ese momento Sergio pensó en vender su auto, un Ford Escort modelo 93, para ponerse un taller. Pero tampoco tenía lugar para hacerlo. Entonces surgió la idea que lo cambió todo: "¿Y si hago mecánica a domicilio?"
Tampoco fue fácil empezar con el nuevo emprendimiento. A todo esto, apenas tenía 23 años. Las herramientas eran escasas y para hacer su oficio iba a tener que poner toda su habilidad a la obra. La respuesta fue Facebook, donde realizó publicaciones y consiguió clientes enseguida. Después "los recomendados" harían lo suyo.
Desde hace siete años, Sergio se dedica al mismo oficio. Cosechó una clientela considerable, en gran parte gracias a la satisfacción de cada trabajo terminado. También pudo comprar más herramientas. "Yo mando audios, explico todo y asesoro. Una vez que llego, el trabajo es mío", dijo a este medio.
Sergio tiene la meta de poner un taller físico en Los Hornos, donde vive junto a su pareja. "El día que lo tenga no me va a pasar como a la mayoría, que se llena de telarañas y de tierra. Podría trabajar con más de una moto a la vez", cerró.
