A los 10 años su mamá le dio una golpiza en La Plata, la echó de la casa, se curtió en la calle y ahora endulzará la Navidad

Daniela tuvo una infancia muy dura y ahora junto a una fiel amiga quieren endulzar la Navidad. "Lo primero que vendí fue una empanada de jamón y queso por 2,5 pesos", recuerda
Sociedad 17/12/2024 . Hora: 11:19
A los 10 años su mamá le dio una golpiza en La Plata, la echó de la casa, se curtió en la calle y ahora endulzará la Navidad
Francisco Angulo
Por Francisco Angulo
Periodista.

Daniela es de La Plata y hace 19 años empezó siendo vendedora ambulante. Desde muy chiquita. Tiene una historia muy fuerte que compartió con LAPLATA1.com.

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Comencé a vender cuando mi madre me dio una golpiza y me echó de la casa. Tenía solo 10 años. Terminé en un hogar de menores”, recuerda sobre su dura infancia.

“Yo me escapé para la escuela donde estudiaba y desde ahí hicieron la denuncia correspondiente”, agrega Daniela, que vive en Altos de San Lorenzo, sobre aquel episodio con su madre.

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“Lo primero que vendí fue una empanada de jamón y queso por 2,5 pesos. Desde ese momento descubrí que me gustaba eso en la vida”, explica también la joven.

Al poquito tiempo, cuando trataba de rehacer su vida, sufrió una dura pérdida: la de su abuela materna. “Era la única persona que confiaba en mí”, dice. Desde ese momento dejó de cocinar. Fue un golpe muy difícil de sortear. A los 15 años Daniela tuvo a su primera hija.

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En el 2018 Daniela decidió cambiar el chip y retornó a su amor por la cocina pero otra vez llegarían las malas noticias: padeció un severo problema en el brazo y no lo podía mover. Encima llegaba la pandemia.

“Nos agarró COVID y quedé en depresión tanto por el encierro como por mi brazo. Finalmente me operé el 12 de noviembre del 2020. La primera cirugía fue en el codo. Estuve 5 meses con el brazo quieto”, subraya.

Una de sus hijas, además, se enfermó de la vista y ahí Daniela entendió que la cocina ya no podía ser un hobbie, sino una necesidad económica de supervivencia. Tenía que costear estudios y medicamentos que no eran para nada baratos.

“La venta ambulante es mi vida. Gracias a las personas, mi trabajo crece, aunque las dificultades aparecen todo el tiempo. Por ejemplo, cuando empezó diciembre me quedé sin cocina a garrafa y sin horno eléctrico”, revela Daniela.

Afortunadamente emergió una salvadora: Rosana, su amiga. Trabajan juntas y así Daniela pudo sostener su emprendimiento, ahora enfocado en cositas dulces para las Fiestas. Siempre con las manos en la masa, como en sus peores momentos de pequeña.

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