Daniela Cardone relató con dolor cuando peleó por la tenencia de su hija Brenda Gandini

A los 18 años, Brenda Gandini tomó su propia decisión y se fue a vivir con su madre
Farándula 20/02/2025 . Hora: 18:13
Daniela Cardone relató con dolor cuando peleó por la tenencia de su hija Brenda Gandini

La noche en el estudio de LAM (América TV) transcurría entre opiniones picantes y escándalos del espectáculo cuando Daniela Cardone, con su habitual tono contundente, abrió una herida que aún deja marcas en su historia: la pérdida de la tenencia de su hija, Brenda Gandini, a manos de su expareja, el corredor de carreras Carlos Gandini.

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“Fue muy difícil. La tenencia de un hijo yo creo que a ninguna madre se la pueden sacar y, sin embargo, la Justicia va más para el que tiene plata”, lanzó sin rodeos la actriz y exmodelo, al dejar entrever que el fallo que la separó de la menor no fue solo una cuestión legal, sino también económica.

La periodista Karina Iavícoli no tardó en preguntarle por qué creía que la Justicia había decidido que Brenda quedara con su padre. La respuesta de Cardone fue tajante: “Yo creo que hubo plata, te lo digo así”. Y con la memoria fresca, reconstruyó los argumentos que la apartaron de su hija: “El fundamento era como que yo vivía en Buenos Aires y no podía tenerla... Por aquel entonces ya estaba en pareja con Rolando Pisanu y me dijeron que no podían viajar. Y en ese momento ellos tenían plata. Estoy segura de que los compraron porque en ese momento eran tres jueces”, recordó, insinuando que la balanza de la Justicia se inclinó hacia el lado del poder económico.

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Mientras la decisión judicial marcaba el destino de su hija, Daniela emprendía viajes de más de mil kilómetros para verla. Brenda creció en Cipolletti, Río Negro, y cada encuentro requería un esfuerzo titánico. “Ella se crio en el sur y yo tenía que ir a verla. Después, ella empezó a venir solita y creo que me he gastado más plata en los permisos de avión que en los viajes. Hasta que en un momento mi mamá me dijo: ‘Basta. Ella ya va a ser grande y va a decidir con quién vivir’, y tuve que esperar. Parecía como que yo quería secuestrar a mi propia hija”, relató, evocando el consuelo que le ofrecía su madre en medio del dolor.

Pero el desgaste no fue solo físico ni económico. La lejanía alimentó una grieta afectiva entre madre e hija, agudizada por la influencia del entorno paterno. “Fue hasta que terminó la secundaria, en Cipoletti. Le comían la cabeza todo el entorno, tipo pájaro carpintero. ¡Ni a una prostituta le sacan el hijo! ¿Cómo puede ser?”, exclamó, aún indignada por lo que considera una injusticia sin reparación.

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