

Natalia tiene 33 años, es de La Plata y en el 2019 pegó un hermoso giro en su vida.
“Yo estaba desempleada desde el 2014, y en el 2019 empezamos a pensar con mi mamá qué podíamos hacer para armar un emprendimiento, y se nos ocurrió comprar cuatro inflables”, recuerda en diálogo con LAPLATA1.com.
“Nos salieron 170 mil pesos en ese momento”, dice Natalia. En diciembre se los llevaron a su casa. ¿Y ahora qué hacer?
“Me acuerdo que estaba sentada en la cama y pensaba cómo arrancar, qué hacer. No sabía cómo seguir”, confiesa, hasta que finalmente se le prendió la lamparita. Una idea brillante.
“Yo necesitaba hacer propaganda, entonces se me ocurrió colaborar con los chicos de Muñe del tanque. Encontré el número de Manuel, el organizador de ese momo, lo llamé por teléfono, le comenté la idea y ahí arrancamos”, explica. Era diciembre del 2019.
Así fue que hicieron remeras, gorras y banners para dar a conocer sus inflables. Tuvieron solo una semana para hacer todo porque el 26 de diciembre fue la puesta en escena del muñeco, que era “Caminando entre dinosaurios”.
“Trabajé enero y febrero y después vino la pandemia. Estuve dos años parada. No pude seguir. Fue muy difícil. A veces llevaba los inflables a los clientes más conocidos, que yo sabía que los usaban con su círculo familiar más íntimo”, recuerda Natalia.
A la salida de la pandemia quedó embarazada y trabajó hasta los 6 meses. Ya en el 2022 retomó completamente con el mundo de los inflables, yendo con su pequeña para todos lados. Y es que su marido también tiene dos laburos. Tenía que hacer malabares con la agenda.
“El tema de participar todos los años con el muñeco de fin de año fue clave. Ellos siempre nos llaman para que participemos. La verdad es que son lo más. También ayudamos a hacer el muñeco. Nos hicimos amigos. Nos pagan por día pero la verdad es que lo hacemos porque nos gusta. Se disfrutan muchísimo esos 5 o 6 días con los chicos”, señala.
Ahora Natalia también cuenta con un empleo fijo pero el emprendimiento de los inflables no lo piensa dejar ni de casualidad.
“Lo bueno de emprender es que no estás bajo la presión de un jefe. Vos manejas tus tiempos, tus días. Si te va bien, te podés tomar por ejemplo un finde largo como el de Carnaval”, ilustra.
“Lo malo de trabajar de forma independiente es que hay momentos donde te puede bajar bastante el laburo. Hacerte conocida es complicado también”, reconoce luego Natalia, que es una todoterreno porque es extraccionista de sangre y personal trainer.
“El que quiere, puede. Es cuestión de ponerle la mejor onda y tener fe. El que no arriesga, no gana. Hay que tirarse a veces a la pileta, aunque obviamente está bueno tener otra entrada de dinero por si te llega a ir mal”, completa.