Soledad tiene 34 años, vive en la zona de 7 y 68 y desde hace más de 7 años dio un lindo vuelco laboral en su vida.
Todo comenzó gracias a un amigo. “Probá para vender. Hacés cosas ricas y lindas”, le propuso. Ella tomó el consejo y empezó a publicar sus bizcochuelos por Facebook.
“Siempre me gustó la cocina. Desde chica me inclinaba por el tema de la repostería. Pasaron los años, fui metiéndome más de lleno, me casé, tuve hijos, pero nunca se me había ocurrido vender”, dice en diálogo con LAPLATA1.com.
“Tengo una nena discapacitada, y eso requiere de un cuidado muy específico porque debe utilizar una silla de ruedas. Entonces tengo que abocarme mucho a ella. Tengo otros dos hijos y me impide trabajar afuera”, explica.
“Con los bizcochuelos peleo el día a día, y también es cierto que me sirve un poco como terapia”, confiesa.
El camino de emprendedora fue sinuoso: “Tuve épocas donde se trabajó muy bien. En un momento laburaba para una chica que hacía eventos y eso me permitía tener cierta cantidad de bizcochuelos asegurados durante el fin de semana”.
Sin embargo, cuando los precios aceleraron y surgieron diferencias, la relación se cortó. La pandemia fue otra etapa complicada.
“Yo encima tuve todas las cepas del Covid, así que la pasé bastante jodido”, recuerda Soledad.
“Ahora estoy tratando de resurgir con el proyecto. Es un cable a tierra para todas las complicaciones de la vida. Me despeja. Todo lo que hago es a pulmón, a prueba y error. Antes hacía tortas elaboradas pero cuando subieron fuerte los costos no me daban los números, entonces me tiré a hacer solamente la parte de las masas. Por suerte fue resultando y se corrió el boca en boca, que es lo más importante”, completa la platense.
