Un brutal ataque ocurrió por la madrugada en 150 entre 65 y 66. Actuaron tres sujetos encapuchados.
Uno de los ladrones llegó hasta la habitación del dueño y le tapó la boca mientras estaba durmiendo con su señora.
La víctima intentó empujar al sujeto, pero enseguida otros dos lo rodearon. No hubo posibilidad de defensa.
Lo redujeron con fuerza y le ataron pies y manos con un pañuelo. Su esposa, paralizada por el miedo, también fue sometida a estos tratos.
Ambos quedaron tirados en su habitación, indefensos, observando como sus muebles eran revueltos por manos desconocidas.
En uno de los cajones del placard, los delincuentes hallaron una importante suma de dinero: un millón quinientos mil pesos.
Al rato sonó la alarma vecinal y los implicados aceleraron el asalto. Se apoderaron de dos televisores y se dirigieron hacia la puerta. Allí los esperaba un cuarto integrante de la banda, al volante de un vehículo blanco.