Tras presentar dificultades para respirar durante un discurso a principios de febrero, el Papa Francisco fue internado y estuvo 38 días en el hospital. Y desde que le dieron el alta a fines de marzo, ha hecho esporádicas apariciones en público.
Y durante este domingo de Pascuas volvió a participar de una misa desde el balcón de la basílica de San Pedro. En esta oportunidad no estuvo con cánulas nasales que lo ayuden a respirar pero sí fue transportado en silla de ruedas por sus acompañantes.
Además de saludar a sus fieles por el día de Pascua, brindó un fuerte mensaje, leído por su colaborador Diego Ravelli, acerca de la situación bélica en el mundo. En ese sentido, el pedido del Papa fue el siguiente: “Apelo a las partes beligerantes: que cese el fuego, que se liberen los rehenes y se preste ayuda a la gente, que tiene hambre y que aspira a un futuro de paz”.
En esa línea, apostó por la unión del pueblo de Israel y Palestina, que son países con conflictos de larga data. “Quisiera que desde el Santo Sepulcro, donde este año las Pascuas serán celebrada el mismo día por los católicos y los ortodoxos, se irradie la luz de la paz sobre toda Tierra Santa y sobre el mundo entero”, remarcó Francisco.
A su vez, destacó que la clave para encontrar una mejor convivencia nivel mundial es el despojo de las armas. “La paz tampoco es posible sin un verdadero desarme. La exigencia que cada pueblo tiene de proveer a su propia defensa no puede transformarse en una carrera general al rearme”, expresó el Sumo Pontífice.
Luego del discurso, Francisco se subió al papamóvil y recorrió la plaza San Pedro mientras saludaba a las decenas de fieles que se encontraban en el lugar.