Desde mediados de abril que en el departamento boliviano de Santa Cruz (este) se declaró alerta roja ante el incremento de contagios de influenza, donde se registraron cerca de 2.000 casos y al menos 20 personas han fallecido a causa del virus en lo que va el año.
El director del Servicio Departamental de Salud (Sedes), Jaime Bilbao, emitió la alerta sanitaria para reforzar la vigilancia epidemiológica por la “preocupante” propagación del virus no solo en la capital sino en todo el departamento.
Según los datos del servicio de salud, la curva de contagios ya no está en ascenso pero la letalidad está subiendo: los fallecidos pasaron de ocho a 20 en solo dos semanas y se investigan las causas de otros 12 decesos sospechosos.
El grupo más afectado es el de las personas mayores de 60 años, que representa el 63% de los fallecimientos, y se registró la muerte de cinco menores de edad.
En medio de este brote, el sistema de salud exige que se acelere la dotación de vacunas contra esta enfermedad. El Ministerio de Salud anunció la llegada de 2,5 millones de dosis pero no se conoce la fecha en la que estarán disponibles.
La vacuna contra la influenza llega al país cada año pues a nivel internacional se actualizan según el tipo de virus que circulan. Algunas farmacias tienen dosis a la venta, pero el precio de éstas es poco asequible para la mayoría de la población (equivalen a casi el 8% de un salario mínimo nacional) y las del sistema público de salud no llegan a tiempo.
El viceministro de Vigilancia Epidemiológica, Max Enriquez, manifestó en entrevista radial que este brote fue “anticipado” y que se produjo por cambios de temperatura. Aunque los contagios se ralentizaron a nivel nacional, recomendó mantener las medidas de bioseguridad como el lavado constante de las manos, el uso del barbijo y el distanciamiento para evitar la transmisión del virus.